Barcos de vapor y trajineras recorriendo los canales de la vieja ciudad de México.
Como sabemos, México-Tenochtitlan fue construida sobre lo que era el Lago de Texcoco, que conectaba con otros lagos y superficies acuáticas, que los diferentes gobernantes desecaron el lago y entubaron para tener áreas habitables en la creciente ciudad. Los remanentes de esos ríos y lagos, quedaron hasta mediados del siglo XIX, y el Valle de México contaba con un magnífico espejo de agua que los habitantes usaban para su esparcimiento.
Algunos canales llegaban a un costado del Zócalo, donde ocupa está la Suprema Corte de Justicia y se conectaba con Xochimilco, Chalco y era el Canal de la Viga.
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Fue a principios del Siglo XX y las últimas décadas del siglo XIX, que este espacio era recreativo y la gente podía subía a las canoas y trajineras los domingos para hacer excursiones que los llevaban al lado de grandes casonas y edificios públicos, al ritmo de la marimba y al cobijo de la sombra de los árboles.
El personaje más conocido en los proyectos de navegación al interior de la ciudad, fue Mariano Ayllón quien montó una pequeña compañía cuyos navíos flotarían sobre Chalco, Texcoco, el Canal de La Viga y diversas zonas al sur y poniente de la ciudad.
El proyecto contempló la apertura de presas para que ni los pueblos ni el Centro se viera afectados en temporada de lluvias y también para poder controlar el nivel y la limpieza del canal. Pero las trajineras no facilitaron la situación para el nuevo sistema de presas y limpieza, haciendo que los trajineros con sus remos jalaran tierra, generando azolve y poniendo en crisis la navegación de ambas embarcaciones. Salvador Novo cuenta en Los paseos de la Ciudad de México que una de las fechas más populares para disfrutar del Paseo y Canal de La Viga era el tradicional Viernes de Dolores, previo a Semana Santa. En el ambiente se percibía el aroma y el estruendo de los cohetes.
En esa época, Iztacalco fue un gran atractivo turístico rodeado de chinampas sembradas con legumbres y flores, dotándolo de una belleza peculiar. En pleno centro del pueblo había famosas pulquerías, sitios de antojitos y la postal que regalaban los cuerpos de agua alrededor de la Iglesia era irresistible para los que llegaran a la capital.
Pueblo de Iztacalco
Su primer viaje fue de la Ciudad de México a Chalco y poco a poco llegaron más embarcaciones llevando pasajeros hasta La Villa, Tacubaya, San Ángel y Tlalpan hacia las poblaciones de Santa Anita, Iztacalco y Xochimilco. El Diario Oficial publicó en octubre de 1853 que el vapor General Santa Anna estaba al servicio del público. Salía del Paseo de La Viga hasta Mexicaltzingo en dos viajes entre semana y tres los domingos y días feriados.
Este barco porque podía transportar 200 pasajeros, medía unos 20 metros de largo por 3,5 de ancho y contaba con un salón para 60 personas. Los viajeros salían a las 9:00 am y a las 15:00 regresaban. En la garita de La Viga los paseantes estaban listos con naipes, catalejos, abanicos, sombrillas e instrumentos musicales para disfrutar del paseo.
Pueblo de Iztacalco
En 1869, el vapor de nombre Guatimoc realizó seis viajes de prueba antes de hacer una invitación formal al Presidente Benito Juárez, para que se uniera a un recorrido. El vapor zarpó y, unos metros más adelante, estalló una de las calderas, causando un gran susto al presidente y a su comitiva de invitados. Pero no hubo nada grave.
En 1890, el Presidente Porfirio Díaz inauguró una nueva línea comercial de barcos de vapor, entre Chalco y México, que no duró mucho, ya que poco después con la llegada del ferrocarril fueron desapareciendo.
Pueblo de Iztacalco
Los antiguos canales se fueron secando y para principios del siglo XX, el Paseo de La Viga conservó por un buen tiempo su atractivo como lugar de paseo en lanchas y trajineras hasta desaparecer. La nostalgia de un mundo viejo con pequeños barcos del Canal de La Viga que se asemejaban a los que se contemplaban a las orillas de los ríos en Francia.
Información de Matador Network
Foto destacada @patriomoniom