La historia de los murales de Rivera para la Ford Company

Estos murales representan la cúspide de la obra de Rivera.

 

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Los Murales de la Industria de Detroit (1932-1933) del mexicano Diego Rivera, consta de veintisiete paneles que representan la industria en Ford Motor Company en Detroit.

Rivera los consideró su obra más exitosa. Rodean el interior del Rivera Court en el Instituto de Artes de Detroit, el 23 de abril de 2014 fueron designados por el Departamento del Interior como Hito Histórico Nacional.

 

 

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Los dos paneles principales representan a trabajadores de la planta River Rouge, mientras que otros paneles muestran los avances realizados en diversos campos científicos, como la medicina y las nuevas tecnologías. La serie en su conjunto, expresa la idea de que todas las acciones e ideas son una.

En 1932 Wilhelm Valentiner, director del Instituto de Arte de Detroit, le encargó al artista que pintara 27 murales al fresco en el patio interior del museo. ​ Los funcionarios querían que Rivera incorporara elementos que representaran a toda la industria en Detroit, no solo a la industria automotriz dominante.

 

 

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Rivera inició el proyecto investigando las instalaciones del Ford River Rouge Complex. Pasó tres meses recorriendo todas las plantas, preparando cientos de bocetos y conceptos para el mural. También se le asignó un fotógrafo como ayuda para la investigación de Rivera para encontrar material de referencia visual.

Asombrado por la tecnología y la modernidad de las plantas de Detroit, con la capacidad de fabricar todos los componentes para sus automóviles, e introduciendo mejoras tecnológicas avanzadas para su línea de montaje, una de las cuales era la revolucionaria línea de montaje de automóviles automatizada.

 

 

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Durante este período, Detroit tenía una economía industrial avanzada y era el sitio de la industria manufacturera más grande del mundo.​ Además, tenía fábricas que producían diversos bienes y productos básicos que iban desde acero, energía eléctrica y cemento; así como la fabricación de barcos, tractores y aviones.

Rivera comenzó a trabajar durante la Gran Depresión (1932) y completó el encargo en ocho meses, donde sus asistentes tenían un horario de trabajo agotador (y aburguesado) de quince horas diarias sin descansos entre ellas. De hecho, Rivera perdió 45 kilos en el transcurso del proyecto debido al trabajo riguroso.

 

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Los dos murales más grandes se consideran el clímax de la narrativa que Rivera describió en el total de 27 paneles. ​En general, el mural explora la relación entre el hombre y la máquina en una era de producción mecánica. La otra parte relevante de la obra, fue que Rivera incorporó elementos como imágenes de altos hornos que fabricaban mineral de hierro, fundiciones que fabrican moldes para piezas, cintas transportadoras que llevan las piezas fundidas, operaciones de mecanizado e inspecciones.

En otra parte del mural Rivera alegoriza las enormes máquinas como destinadas a simbolizar la historia de la creación de la diosa azteca Coatlicue. En la mitología azteca indígena de México, Coatlicue era la madre de los dioses. Ella dio a luz a la luna, las estrellas y Huitzilopochtli, el dios del sol y la guerra.

 

Notas cultura y diseño

 

La historia de Coatlicue era importante para los aztecas y resumía la complejidad de su cultura y creencias religiosas. Los críticos han sugerido que Rivera contrastó la historia azteca con el papel y el lugar de la tecnología moderna. Se había vuelto tan importante culturalmente que en ocasiones fue apoyado y defendido con tanta pasión como una nueva religión que prometía un futuro mejor a la humanidad.​

La elección controvertida para este proyecto de arte, además de su posición política marxista, aunado a la Depresión de Estados Unidos en el auge del progreso industrial y económico; hacen de este mural una de las más raras y peculiares del artista.

 

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Algunos críticos vieron los murales como propaganda marxista. El clero católico y episcopal condenó los murales como blasfemos. The Detroit News protestó diciendo que eran “vulgares” y “antiestadounidenses”. Como resultado de la controversia, 10,000 personas visitaron el museo en un solo domingo y la ciudad aumentó su presupuesto.

Estos murales son pieza fundamental para entender el muralismo mexicano, ya un poco en declive y lo interesante de este gran pintor mexicano.

 

 

 

Foto destacada: Google Arts & Culture