Este sitio y museo se encuentra en la zona desértica de Nuevo León.
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Se trata de uno de los mejores testimonios materiales de las desaparecidas culturas indígenas de cazadores-recolectores del noreste. Boca de Potrerillos es un lugar especial en Nuevo León por muchas razones, siendo la principal, que es la única zona rupestre con declaratoria presidencial en el noreste de México por sus relevantes datos arqueológicos y sus miles de rocas con petroglifos que preservan la memoria de los antiguos pobladores de la entidad.
Los restos materiales del sitio han permitido reconocer que los habitantes originarios subsistieron por más de ocho mil años de la cacería, pesca y recolección.
Las imágenes grabadas se relacionan con el culto y respeto a la naturaleza y a fenómenos como la lluvia y el sol y los ciclos biológicos de plantas y animales, y debían elaborarse como parte de una ceremonia o ritual, bajo la tutela del chaman o especialista del grupo para formar un consenso que ningún integrante se atrevería a poner en duda.
La representación de manos, pies y cuerpos humanos; astas y huellas de venado; la silueta de artefactos como el atlatl, puntas de proyectil, cuchillos y escarificadores; y la representación de plantas como el peyote, debieron realizarse durante celebraciones dedicadas a la cacería, ritos de iniciación, cambios de jefatura y otros aspectos transcendentes dentro de la cosmovisión indígena de la región.
Este 2020, el sitio arqueológico monumental del “Cuadrángulo Rupestre” del noreste de México, conmemoró 20 años como Zona de Monumentos Arqueológicos, con nuevas luces en investigación, una reciente actualización de sus áreas de atención al público, cédulas lúdicas y un puente colgante.
Se trata de uno de los mejores testimonios materiales de las desaparecidas culturas indígenas de cazadores-recolectores del noreste. Los análisis de materiales indican 7,700 años de ocupación humana, que van del año 5920 a.C. a 1760 d.C., durante la época de contacto con los españoles.
El sitio consta de seis kilómetros cuadrados, es estudiado desde los años 90, fue constituido como zona arqueológica y abierto al público en 1995, dando frutos importantes para el conocimiento de las bandas que dejaron su testimonio cincelado en las areniscas que afloran en tres elevaciones.
La ubicación de las imágenes dentro del sitio guarda relación entre la iconografía y la geografía: en la parte alta del cerro predominan los diseños relacionados con el paisaje y los astros; en la zona media están las escenas de cacería y el venado, y en la más baja, los motivos que aluden al agua, los arroyos, la lluvia.
Los cazadores-recolectores desplazaban su dominio habitacional dentro de circuitos de 50 a 100 kilómetros, y en esa periferia se han descubierto miles de vestigios rupestres que dibujan el rastro de campamentos estacionales, así como restos de fogones semejantes a un pozo de barbacoa, donde se asaba carne de venado y corazones de agave para obtener alimentos y bebidas), piedras quemadas, instrumentos de molienda y cientos de puntas de proyectil de distintas antigüedades, que van desde hace siete mil años hasta mediados del siglo XVIII.
Boca de Potrerillos se encuentra en el “Cuadrángulo rupestre”: una gran área geográfica que abarca Monclova a Saltillo, en Coahuila, y Sabinas Hidalgo a Monterrey, donde se agrupa la mayor cantidad, probablemente de América, de sitios con grabados en piedra.
En este lugar lleno de historia, en el que ancestros dejaron la huella de su paso, también existe un pequeño museo con una sala de objetos encontrados en el lugar, así como fotografías de los petrograbados y centro de información para el visitante. Ofrece visitas guiadas y catálogo del acervo.
Boca de Potrerillos
Dónde: 14 kilómetros del municipio de Mina, al noroeste de Monterrey.
Cuando: martes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas; en invierno cierran 2 horas antes.
Entrada libre
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