La educación, como en muchas otras civilizaciones, fue exclusiva de algunos cuantos mayas.
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“Chichén Itzé: La Universidad Cósmica de los Mayas” es el título de un libro de Miguel Ángel Vergara, que describe las rutas y llegadas de los mayas a Chichén Itzá, los templos, simbolismos, cosmogonía, el juego de pelota entre muchas otras cosas. Pero una de las cosas que describe el libro es sobre la educación maya.
Así, pues, Chichén Itzá significa “En la desembocadura del pozo del Itzá” donde Itzá es el nombre de un grupo de linaje étnico que ganó el dominio político y económico del norte de la península.
En esta increíble ciudad se educaba la sociedad maya, muy influida por la elevada religiosidad del pueblo maya. El sacerdocio era considerado por los mayas uno de los factores de mayor importancia y peso en el desarrollo de su sociedad.
El sacerdote gozaba de gran prestigio en la sociedad en virtud de su amplio conocimiento, capacidad de lectura y liderazgo religioso y moral, además los sumos sacerdotes eran los principales asesores de gobernantes y la nobleza.
Los sacerdotes enseñaban a los hijos de los nobles. Solo los hijos de las castas superiores podían aspirar a ser designado sacerdotes, y era una posición heredada de su padre u otro pariente cercano.
Estos niños debían recibir una educación rigurosa en la escuela donde los sacerdotes le enseñaban historia, escritura, métodos de adivinación basados en la lectura del movimiento de los astros, medicina y el sistema calendario.
Mientras, los hijos de los campesinos y la plebe no tenían abierta la posibilidad de recibir educación formal, estos niños por lo general se formaban como aprendices en la capacidad artesana de su padre o madre, o pasaban a engrosar el numeroso ejército.
El desarrollo de capacidad de controlar las emociones propias, trabajar en forma cooperativa y ser moderado merecieron mucha atención en las diversas etapas de la socialización, así como durante festividades religiosas.
La mayor parte de la población maya era analfabeta, y los escribas provenían de la élite. Se desconoce si todos los miembros de la aristocracia podían leer y escribir, aunque al menos algunas mujeres eran capaces de hacerlo, ya que existen representaciones de escribas femeninas en el arte maya.
Es probable que existieran escuelas de escribas, donde los miembros de la aristocracia aprendieron a escribir.
Los espacios físicos dispuesto para la educación maya eran palacios, milpas, templos, campos de batallas, pirámides y plazas, entre otros que se consideraban lugares educativos.
A las mujeres se les mostraba cual iba a ser su ocupación en la vida y eran instruidas en tal labor. Combinaban los juegos infantiles con la labor que las niñas iban a desempeñar más adelante. A partir de los 9 años comenzaban a contribuir en las labores del hogar, las madres les trasmitían poco a poco conocimientos sobre las tareas domésticas.
Se les enseñaban las normas morales que caracterizaban la cultura, sobre todo en el trato con el sexo opuesto, el respeto y la timidez prevalecían continuamente; además, los trabajos como tejer, cocinar, el moler maíz, limpieza de casa y ropa, cuidados de los hijos, y el cuidado de animales domésticos, eran actividades de mujeres.
La educación de los varones y de los soberanos, estaba enfocada en la realización de rituales relevantes como el nacimiento o rituales relacionados con la muerte. Cuando cumplían 9 años y hasta los 12, los niños colaboraban en la siembra, recolección, caza, pesca, entre otras actividades.
A los 12 años, eran bautizados consagrándolos para la vida pública, significando esto que desde esta edad dejaban su casa para integrarse en sitios educativos que tenían un régimen de internado. A los jóvenes mayas de clase noble se les instruía en escritura, el cálculo, la liturgia, la astrología y la genealogía. A los niños de clase media se les instruía en las artes militares.
Foto destacada National Geographic