Tzompantli: el rostro que hizo temblar a los conquistadores.
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El corazón prehispánico de nuestro país aún late lleno de vida. Recién en la CDMX nos acaba de contagiar de ese vigor con una noticia que nos trasladó a la gran e imponente Tenochtitlán.
El 14 de noviembre, el Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH), dio a conocer uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de los últimos tiempos. Se trata de una nueva sección de Huey Tzompantli salió a luz mostrándonos 119 cráneos.
Tzompantli proviene de los vocablos tzontli, que significa cabeza o cráneo y pantli, que designa a una hilera o fila. Se sabe por los cronistas (como Andrés Tapia, soldado de Hernán Cortés) que, estas paredes formadas de hileras de cabezas sangrantes pertenecían a los hombres capturados en las guerras floridas.
Dicha práctica no era exclusiva de la región, era común en varias culturas mesoamericanas, antes la conquista; misma que el vio el final de sus días, cuando, ante su encuentro, los conquistadores quedaron anonadados y asustados.
Ya en una excavación que dio inicio en 2015, fue descubierta la estructura cilíndrica de cerca de 5 metros de diámetro, ahí, en las entrañas de la ciudad, aguardando, debajo de la Catedral metropolitana. En sus días de gloria, la torre se encontraba erigida en la esquina de la “capilla” de Huitzilopochtli, el dios azteca del sol, la guerra y el sacrificio humano que era patrón de la capital azteca.
Hace cinco años fueron identificados 484 cráneos humanos, de una estructura que, al parecer, cuenta de tres fases de construcción entre 1486 y 1502. Con el reciente hallazgo se suman 119 a un total que irá en aumento en medida que avancen las excavaciones.
Los arqueólogos aún no pueden asegurar que toda esta colección de osamentas perteneciera sólo a guerreros cautivos, aún menos cuando ya se ha identificado que pertenecieron a hombres, mujeres y niños, evidencia que arroja el tamaño de los cráneos y el desarrollo de los dientes.
La presencia de cráneos infantiles en el Tzompantli ha generado preguntas alrededor de lo que ya teníamos casi por seguro, que sólo eran empaladas y cubiertas cal, las cabezas de guerreros, probablemente algunos de estos hombres no lo fueron pues sólo se colocaban ahí con finalidades ceremoniales, en otras palabras, para ser convertidos en acto de agradecimiento a los dioses.
Las certezas que teníamos respecto al Imperio Azteca han sido sacudidas desde el centro de la ciudad para empezar a edificar nuevas lecturas de la cultura que sentó las bases de esta gran ciudad. Aún hay mucho por descubrir.
Foto destacada National Geographic