El nigromante es toda una estructura en ruinas en Zacatecas.
. . .
La comunidad de “El Nigromante”, está marcada por su origen y transición de ser una importante hacienda agrícola y ganadera a convertirse en ejido como resultado de las pocas conquistas objetivadas de la Revolución Mexicana.
Actualmente es uno de los más grandes centros de población del municipio del antiguo Real de San Matías de la Sierra de Pinos. El actual ejido de “El Nigromante” tiene como antecedente ya un tanto remoto a la Hacienda de San Nicolás de Quixas, fundada al promediar el poco estudiado siglo 17 novohispano.
La Casa grande o casco de la Hacienda, sede de las residencias temporales de sus dueños, incluía caballerizas, establo, norias, trojes y molino que en ella se edificaron incluido el templo agustino anexo, se localiza a cuatro leguas y media según mencionaban los antiguos pobladores, equivalente a 26 Km. al poniente del Real de minas.
Los estudiosos que se han ocupado de este lugar coinciden en señalar que fueron don Pedro y sus hijos Joseph y Nicolás Quixas Escalante Y Saldaña los primeros en establecerse al promediar el siglo 17 e iniciar con la fábrica material del inmueble cerca de un manantial de aguas zarcas cristalinas que con el reflejo de la luz del sol se ven azules, cuya fuente esta kilómetro y medio aproximadamente al lado poniente en las faldas de un cerrito conocido como “El gorrito”.
En su rico periodo como Hacienda, San Nicolás de Quixas registra datos notables como el haber tenido entre sus notables dueños a quien fuera padre del primer gobernador constitucional del recién fundado Estado Libre y Soberano de Zacatecas, el liberal federalista José María García Rojas, si bien a éste le tocó nacer en la Hacienda de Ciénaga de Mata.
También que en sus territorios se crearan manadas de caballos pura sangre en los potreros de San Juan de los Herrera y se lograra con éxito la cría de borregos merinos cuya lana resultó ser de una excelente calidad, misma que se beneficiaba en los telares de los obrajes del Agostadero, la actual Villa García.
En el transcurso del siglo XIX y XX los peones se convirtieron en ejidatarios, lograron trabajar en su parcela o buscar otros empleos, además de la libertad laboral con la que contaban al no estar bajo las órdenes del terrateniente. Cabe destacar que la solicitud para convertir oficialmente a la hacienda en un ejido se hizo posible durante el período de gobierno de Plutarco Elías Calles entre 1926 y 1635, donde pasó a nombrarse “El Nigromante”.
Hoy en día sólo se puede encontrar una casa en ruinas al lado de una capilla que perteneció a la familia Quixas, y luego a los García de Roxas. La comunidad se encuentra a 26 kilómetros de la cabecera municipal de Pinos.
Lo que tiene esta ex hacienda es que cuenta con un repertorio cultural dentro del cual podemos encontrar leyendas o bailes, como “El baile de El coyote de San Nicolás”. La historia de éste se remonta a la preocupación más grande que tenían los pastores.
Va de las bajas que provocaban estos animales, ya que los terratenientes cobraba al pastor la pérdida del ganado. Por esto, cuando un coyote caía en alguna de las trampas, quien lo atrapaba solía bailar y cantar por las calles de San Nicolás y la gente lo recompensaba con frijol, dinero, maíz, gallinas o huevo.
Otro ejemplo es el baile de “El Huizachal”. Ésta era la fiesta más típica en el ejido, todos vestían coloridas y elegantes vestimentas, inspiradas en la flor del huizache y color de las tunas. Se festejaba durante la noche, alegrada por los coros y las murgas, bailando jornadas hasta que la luna se metía, entonces se daba por concluida la boda o tornaboda.
Por la parte de las leyendas, aún suena en la comunidad de El Nigromante la popular Leyenda del Chiquihuitillo. Cuenta que hace mucho tiempo existió una tribu de indígenas que luchaba y asaltaba las carretas que pasaban por la región. Todo el oro y plata que se juntaba la escondían en una cueva para mantenerlo a salvo.
Para su desgracia, el grupo se fue extinguiendo hasta que sólo quedaba el jefe en pie, cuidando arduamente el tesoro. Eventualmente sus fuerzas empezaron a mermar, moriría y se vería obligado a dejarlo solo, así que lanzó un hechizo. Nadie podría entrar a la cueva sin hacer un sacrificio antes, entonces cualquiera que lograra entrar, tendría que llevarse todo o nada.
De no ser así, aquella persona se quedaría atrapada para siempre en la cueva. Las generaciones más viejas de la comunidad actual, si se les pregunta, todavía cuentan historias de personas que planearon entrar por el tesoro y perecieron en el intento.
Foto destacada: Enamórate de Zacatecas