Así fue la revancha de Hernán Cortés contra los aliados de los aztecas

Zultépec-Tecoate la ciudad donde Cortés tomo revancha.

 

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El hallazgo de 14 cráneos humanos en Zultépec, Tlaxcala, es un testimonio increíble de los sacrificios realizados durante la Conquista por parte de los indígenas, quienes buscaban la ayuda de fuerzas sobrenaturales que permitieran restablecer el orden terrestre y celeste, y con ello la supervivencia de su sistema político, económico y religioso.

En náhuatl se llama Zultépec, que en español significa “cerro de las codornices”, nombre con el que se conoce la loma, en el municipio de Calpulalpan, en cuyas faldas se localiza el sitio.

 

 

Una nueva investigación dirigida por los arqueólogos Enrique Martínez Vargas y Ana María Jarquín Pacheco sugiere que los conquistadores españoles asesinaron al menos a una docena de mujeres y sus hijos en un pueblo aliado de los aztecas, donde los habitantes previamente habían sacrificado y consumido ritualmente a los miembros de un destacamento español que habían capturado meses antes.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) acaba de hacer públicos los hallazgos de tres décadas de trabajos de excavación en la localidad de Tecoaque, que significa “el lugar donde los comieron” en idioma náhuatl.

 

 

Tecoaque, también conocido como Zultépec, es una población situada a unos 60 kilómetros al este de Tenochtitlán, capturaron un convoy español, que estaba compuesto por unos 15 hombres, 50 mujeres y 10 niños, 45 soldados de infantería (contingente que incluía cubanos de ascendencia africana e indígena) y unos 350 aliados de grupos indígenas. Todos, aparentemente, fueron sacrificados en el espacio de pocos meses.

Cuando se enteró de ello, Hernán Cortés ordenó a su alguacil mayor, Gonzalo de Sandoval, al mando de 15 jinetes y 200 infantes, que destruyera el pueblo como represalia a principios de 1521. Este acontecimiento se relata en varios textos como las Cartas de Relación de Hernán Cortés y en La historia verdadera de la conquista de Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, que dice lo siguiente respecto a lo que les sucedió a los miembros del destacamento:

 

 

“Hallóse allí en aquel pueblo mucha sangre de los españoles que mataron, por las paredes que habían rociado con ella a sus ídolos; también se halló dos caras que habían desollado, y adobado los cueros como pellejos de guantes, y las tenían con sus barbas puestas y ofrecidas en unos de sus altares; así mismo se halló cuatro cueros de caballos curtidos, muy bien aderezados, que tenían sus pelos y con sus herraduras, coladas y ofrecidas sus ídolos en el cu [los cronistas utilizan este vocablo de origen maya para referirse a un teocalli o basamento piramidal coronado por un templo] mayor: y halláronse muchos vestidos de los españoles que habían muerto, colgados y ofrecidos a los mismos ídolos”.

 

 

En fechas recientes, los arqueólogos han localizado las cabezas de las mujeres de la comitiva española cautivas colgadas junto con las de los hombres. Un análisis de los huesos ha revelado que estas mujeres estaban embarazadas y eso, según la cosmovisión prehispánica, podía haberlas colocado en la categoría de “guerreras”.

Otra ofrenda sacrificial incluyó el cuerpo de una mujer que fue cortado por la mitad cerca de los restos de un niño desmembrado de 3 o 4 años. Los investigadores también descubrieron los restos de un hombre que fue asimismo desmembrado y quemado, posiblemente para reproducir el destino de los dioses aztecas, según un mito conocido como “El Quinto Sol”, en el que para crear al Sol actual uno de los dioses del panteón azteca tuvo que lanzarse al fuego.

 

 

El convoy que fue masacrado en Zultépec-Tecoaque estaba compuesto por personas enviadas desde Cuba en una segunda expedición un año después del desembarco inicial de Cortés en 1519 y se dirigían a Tenochtitlán, la capital azteca, con suministros y posesiones de los conquistadores.

Cortés se había visto obligado a abandonar el destacamento mientras intentaba rescatar a sus tropas de un levantamiento en la capital. Los prisioneros fueron encerrados en celdas sin puerta, y fueron alimentados durante seis meses, según los expertos.

 

 

Poco a poco, los habitantes de Zultépec-Tecoaque sacrificaron y, aparentemente, se comieron caballos, hombres y mujeres, aunque no a los cerdos (aunque también fueron sacrificados). Los esqueletos de los europeos capturados fueron destrozados y conservaban marcas de cortes que indicaban que la carne se había extraído de los huesos.

 

 

Martínez Vargas ha explicado que las excavaciones sugieren que los habitantes de Zultépec-Tecoaque sabían que una violenta represalia por parte de los españoles era inevitable, y arrojaron los huesos y otras pruebas de estos sacrificios en pozos poco profundos (aljibes), de los cuales los arqueólogos han excavado 22 hasta la fecha.

En ellos se han hallado huesos de los cautivos que fueron modificados a modo de trofeos y restos de los animales sacrificados (ganado, animales de carga) que acompañaban al convoy. También se han descubierto esculturas de divinidades prehispánicas y objetos personales de los prisioneros.

Foto destacada INAH

Información de National Geographic