Casas Grandes, Creel y Batopilas, los 3 pueblos mágicos de Chihuahua

Estos pueblos mágicos tienen hermosos paisajes, historia y una gran cultura.

 

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La ciudad de Chihuahua es famosa por su catedral barroca y por su Palacio Municipal cuyos antecedentes datan en 1720, pero también por estos tres espectaculares pueblos. De hecho, la Catedral de Chihuahua española de estilo barroco y el Palacio de Gobierno del siglo XVIII, un nuevo edificio de gobierno con enormes murales que ilustran eventos históricos importantes de México.

La ciudad también alberga el extremo este del ferrocarril Chepe, que recorre los desfiladeros teñidos de verde del área del Cañón del Cobre y a la increíble tradición cultural de los raramuris. Pero aquí te dejamos los tres pueblos mágicos de chihuahua que tienes qué conocer.

 

 

Batopilas

 

 

Este “museo viviente” tuvo una época de efervescencia por la extracción de plata, incluso fue la segunda población en recibir la luz eléctrica, después de la Ciudad de México. Aquí se encuentra la Hacienda de San Miguel, una enorme construcción de fines del siglo pasado, con techos de teja, que fue casa de “el Magnate de la Plata” Alexander Robert Shepherd, un estadounidense que ayudó a la construcción de escuelas y hospitales, además de ser el dueño de la mina más importante de la época.

Su nombre tarahumara significa “río encajonado” y su origen se remonta a 1632 cuando unos exploradores llegaron a un inhóspito y maravilloso rincón de la sierra donde abundaban la plata, el zinc y el oro. Ríos, cañadas y un bosque de coníferas hicieron de este un lugar perfecto para empezar una nueva vida para aquellos exploradores.

 

 

Para admirar este pueblo, debes dirigirte al mirador de la Bufa cercano a la comunidad de Quírare, no sin antes visitar la Iglesia de la Virgen del Carmen con su campanario solitario y su pintura desgastada y la casa Barffuson, una construcción porfiriana que aún conserva su mobiliario original.

Además de estos lugares históricos puedes disfrutar de lunadas frente una catedral abandonada, caminar sobre un acueducto de tres kilómetros de largo, practicar ciclismo de montaña entre los cañones, observar en silencio pumas, guacamayas y colibríes, admirar el pueblo desde una tirolesa y puentes colgantes, además de convivir con el pueblo Tarahumara.

 

 

Casas Grandes

 

 

Este pueblo se trata más de pastizales que de montañas, aunque la sierra no queda lejos. El registro histórico de la población data del siglo XVII con la llegada de misión franciscana de San Antonio de Padua.

Paquimé es la zona arqueológica que le da un profundo significado a este lugar, pues fue el lugar de tránsito entre las culturas del Norte y las de Mesoamérica. Los primeros exploradores de estas tierras se encontraron con un conjunto de edificios con varios pisos, por ello lo nombraron Paquimé, voz de origen Zuñi que significa: Casas Grandes.

 

 

 

La zona arqueológica fue encontrada por Francisco de Ibarra, 50 hectáreas que no han sido exploradas en su totalidad. La estructura de sus edificios es única en el país, fueron construidas a base de adobe con puertas en forma de “T”, a lo que se suma redes hidráulicas, plazas y centros ceremoniales, se ha concluido que fue una gran ciudad construida por un pueblo culto en artes y ciencias.

En el Museo de las Culturas del Norte conocerás los objetos encontrados en las excavaciones de las ruinas y una colección de objetos de zonas arqueológicas del país y del sur de Estados Unidos. En tu ruta de salida debes pasar por Mata Ortiz, la cuna del renacimiento de la artesanía aridoamericana.

 

 

Creel

 

 

La puerta grande a las Barrancas del Cobre y uno de los lugares más bellos del estado de Chihuahua por la majestuosidad de El valle de los Monjes y El Lago de Arareko. Si deseas conocer de cerca la cultura rarámuri este es el lugar.

Aun cuando la presencia neogótica del templo de Cristo Rey pudiera acaparar las miradas, lo que hace especial este lugar es la presencia del pueblo rarámuri, quienes aún viven en cuevas y ofrecen sus productos a los visitantes.

 

 

La antigua estación de ferrocarril es sólo un lugar más que visitar de todo lo que puedes admirar aquí, sobre todo si te gustan los paseos al aire libre, las cabalgatas, caminatas, escaladas, rapel, el senderismo y la bicicleta de montaña serán una experiencia sin igual, después de la cual podrás reponerte con una discada acompañada de las adictivas tortillas de harina.

Este pueblo es apto para cualquier presupuesto y gusto, desde recorridos de aventura hasta los tradicionales donde se puede apreciar la cultura que se ha tejido en cestas de palmillas, en tambores, pulseras, aretes, arcos, violines, cinturones y rebozos.

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