Un rito de clausura en la casa de los guerreros ha sido un descubrimiento peculiar en al CDMX.
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La Casa de las Águilas es uno de los edificios exhumados del suelo de la CDMX, más importantes de los últimos tiempos, razón por la cual desde 1981 el Proyecto Templo Mayor del Instituto Nacional de Antropología e Historia, no ha parado de estudiar con cautela el área revelando más información, pero también aspectos inesperados de un pasado que nos atañe a todos.
También conocida como “Recinto de los Guerreros Águila”, tomó ese nombre por el par de esculturas de cuerpo completo vestidos con trajes de águila que custodian el cuarto principal del recinto ocupado por un amplio altar, enseguida un pasillo estrecho llevó al descubrimiento de un par de figuras que nadie esperaba encontrar ahí.
Se pensaba que, al ser contraparte de la élite de los guerreros águila, a la entrada del siguiente recinto se encontrarían dos guerreros jaguar, grande fue la sorpresa cuando el 7 de agosto de 1994, un par de esculturas de barro cocido, integrado de seis partes ensambladas, cada una de 1.70 metros de altura, 98 centímetros de ancho máximo y 50 centímetros de profundidad; además de 128 kg.
En realidad, se trataba de dos figuras representativas de Mictlantecuhtli, el dios de la muerte.
El rostro semidescarnado de la deidad, con esternón e hígado al aire y garras amenazantes, impactó a los arqueólogos, no por su ya clásica descripción, si no por su ubicación. Las investigaciones apuntaron que es probable que en el ocaso del siglo XV (entre 1489 y 1499) se ampliara la Casa de las Águilas, celebrando una ceremonia de clausura que implicó un rito especial alrededor de las imágenes de Mictlantecuhtli.
Una capa marrón y rugosa de 3 centímetros de espesor cubría la parte posterior de las figuras, el análisis de la materia confirmó los ritos asociados a la deidad de la muerte, se trataba de sangre humana.
Seguramente durante el festejo de la clausura que ya fue mencionada, se realizó un rito como el expuesto en el Códice Magliabechiano, donde se observa a un sacerdote derramar sangre sobre la cabeza de una deidad esquelética.
Los pisos que rodeaban a las figuras también fueron analizados, se encontró una concentración considerable de albúmina la principal proteína de la sangre. Si bien la presencia de Mictlantecuhtli en la Casa de las Águilas fue más que confirmada por las figuras, también se entiende que, conforme a la cosmogonía mesoamericana en torno al inframundo y sus divinidades, no se puede descartar la dualidad de esta deidad que además de exigir carne y sangre humanas, también es poseedor de grandes poderes generativos.
Un rito con la Mictlantecuhtli significa fin y principio, clausura y apertura. La deidad también poseía el dónde otorgar y fomentar la vida, incluso, era invocado para la gestación y desarrollo de un feto, o para la regeneración de los huesos y el crecimiento de las semillas.
Información de Mesoweb