Esta zona arqueológica pudo haber sido un gigantesco cementerio.
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En las faldas del Nevado de Colima y el Volcán de Fuego, se desarrolló una cultura que ha sido dividida en siete fases para su estudio, uno de ellos es el complejo arqueológico de Capacha, que envuelve muchos misterios.
Ubicado en el valle Colima, el sitio da nombre a la cultura que se desarrolló entre los años 2000 a. C. y 1200 a. C., fue la primera de la zona en mostrar rasgos complejos y descubierta en 1939 por la arqueóloga estadounidense Isabel Trusdell-Kelly.
La pista clave para conocer la cultura Capacha, han sido sus figuras de cerámica que, dicho sea de paso, guardan una importante semejanza con las piezas cerámicas de Ecuador, así que se cree que hubo alguna relación muy temprana entre el Occidente de mesoamericano y las culturas andinas.
Los restos encontrados en el sitio arqueológico fueron vasijas y figurillas de cerámica, así como utensilios de piedra que han dado paso a cuestionamientos importantes sobre esta cultura casi desconocida, que bajo la lupa de estudios de radiocarbón ha revelado que las piezas pertenecen a las fechas más tempranas de alfarería prehispánica.
Estudios de hidratación de obsidiana y termoluminiscencia permiten sospechar que se trata de un asentamiento preolmeca, y que existe un vínculo entre la cerámica de Tlatilco del altiplano central de México y la cultura denominada Opeño, de Michoacán.
Otro enigma por resolver es sobre si los capachas enterraban a sus difuntos en tumbas del tipo “tiro y bóveda”, que es un entierro que recuerda al de los faraones pues se trata de espacios funerarios que consisten en pozos verticales, que desembocan en una bóveda con objetos de acompañamiento para el difunto.
Aunque la arqueóloga no encontró evidencia de estas tumbas, varios de los saqueadores que pudo contactar y entrevistar, aseguraron haber tomado piezas de lugares así, hecho que vincula una vez más a los capacha con Opeño, Michoacán.
La cerámica que ha sido utilizada para definir la cultura Capacha es de formas a veces muy complicadas, y bellamente decoradas con motivos punzonados o pintados en zonas delineadas por incisiones o camellones angostos de barro.
Muchas de las piezas se tratan de vasijas dejadas como ofrendas en entierros, vasijas que probablemente contenían ofrendas de comidas y bebidas destinadas a nutrir el espíritu del difunto en su viaje al otro mundo. Así, es muy posible que la cerámica funeraria Capacha haya sido una loza especializada de función funeraria.
Y es justo por esta razón que se cree que el sitio arqueológico de Capacha pudo haber sido sólo una zona funeraria de otra cultura.
En tiempo de la colonia, el lugar era conocido como “El potrero de la Campana”, refiriéndose a la forma trapezoidal del montículo principal del antiguo asentamiento antes de que fuera excavado, cuyo diseño era similar a la silueta de una campana.
La Campana es un sitio arqueológico perteneciente a la tradición Tehuchitlán, cuya característica principal son las tumbas de tiro. Este sito se desarrolló en el occidente de México paralelo a otros desarrollos regionales como Teotihuacán y Monte Albán.
Se trata de un asentamiento que cubre 132 hectáreas y se localiza entre los ríos Colima y Pereira. En el sitio se pueden observar calles y un sistema de drenaje, además de edificaciones de carácter administrativo, religioso y habitacional sobre plataformas circulares y cuadrangulares, un Juego de Pelota y un sinnúmero de petroglifos tallados en la superficie de patios y plazas.
Zona Arqueológica La Campana
Dónde: Av. Tecnológico Sn, Villa de Álvarez, Colima.
Cuando: martes a domingo de 09:00 a 18:00 horas.
Cuánto: $55 pesos.
Foto destacada Revista Vía México