La Alameda central, ahora con caminos perfectamente trazados, fuentes con luces brotantes y árboles rubricados, es un espacio que refleja el desarrollo de una mexicanidad a lo largo de cinco siglos.
Recorrer sus pasillos implica reconocer el significado de una cultura que ha desarrollado herramientas para sobrevivir a un nacimiento difícil.
Sin embargo, ¿qué ha tenido que pasar para que la Alameda, este espacio de 400 x 200 metros, para convertirse en un símbolo de resiliencia y permanencia? Fracturas protagonizadas por la Inquisición, inundaciones, incendios pero también reestructuraciones y ediciones vanguardistas con ayuda de la tecnología y la Acupuntura urbana. Estos son sólo algunos de los ejemplos por los que la Alameda central ha pasado a lo largo de su existencia. A continuación te compartimos una lista de datos insólitos sobre este antiguo parque:
1– Antes de que la Alameda naciera en el siglo XVI, el espacio donde ahora reposa era realmente un mercado conocido como San Hipólito. Fue en 1592, que el Virrey Luis de Velasco ordenó recrear un “paseo para darle belleza a la ciudad que a la vez fuera lugar de recreo de sus habitantes”.
2– El espacio que dio lugar a la primera ampliación de la Alameda era realmente el Quemadero de la Santa Inquisición, esparciéndose sobre las plazuelas de Santa Isabel y San Diego.
3– Durante su creación se sembraron olmos traídos de Coyoacán, se diseñaron jardines y una pila de cantera labrada en el centro. Sin embargo, tras la culminación del mandato del Virrey, este espacio se abandonó al punto de convertirse en un lote baldío, un espacio para pastear caballos.
4– Eventualmente, durante la época colonial, el parque tuvo que ser bardeado y supervisado para evitar que se repitiera este evento. Fue entonces cuando el sitio se convirtió en el área de recreo preferido de la alta sociedad –y la reja ayudaba a mantener alejado a la gente humilde–.
5– A lo largo del siglo XVII, dos inundaciones, plagas y epidemias –en diferentes años– destruyeron el parque. Se mandó a reconstruir y a remodelar, sin embargo los trazos originales del lugar se perdieron: los jardines cambiaron en ocho calzadas con un número igual de prados, una fuente central y los álamos perdidos fueron sustituidos por fresnos.
6– La guerra de la Independencia provocó graves deterioros, daños y, de nuevo, un abandono del lugar. No obstante ahora el lugar se convirtió en un espacio de reunión de la población.
7– Durante el mandato de Agustín de Iturbide, se volvió a renovar el espacio de la Alameda: se reformaron pilares, glorietas y estatuas; se reforestó y construyó una nueva fuente central con la estatua de una mujer quien representaría a La Libertad; se quitó el bardeado y se introdujo un sistema de iluminación. Estando ya remodelada, la Alameda se convirtió, de nuevo, en un lugar de reunión de la clase alta.
8– Porfirio Díaz se encargó de ampliar la Alameda, edificando calles más anchas, enalteciendo la vista con la construcción del Teatro Nacional –que eventualmente se convertiría en el Palacio de Bellas Artes– y reemplazando el pabellón morisco por el Hemiciclo a Juárez como aniversario del centenario y del inicio de la Revolución Mexicana.
9– El pintor y muralista Diego Rivera inmortalizó a la Alameda en su Sueño de una tarde dominical en la Alameda central, como una crítica al malinchismo que reinaba en el México de la época.
10– La remodelación actual de la Alameda central tuvo un costo aproximado de 240 millones de pesos.