La creación y los diseños de poleanas que se hacen en la prisión son infinitos.
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Se llama poleana o poliana, es un juego de mesa muy popular en la prisión, y aunque que se cree que tuvo su origen en los centros penitenciarios mexicanos, su historia es un poco más compleja, truculenta y hasta engañosa.
La poleana es una inspiración del parchís, un juego a su vez, derivado del pachisi y similar al ludo, al parqués y al parcheesi. Este juego sí es muy popular en todo el mundo y de aquí toma sus reglas esenciales la poleana: se juega con un dado y 4 fichas para cada uno de los jugadores (de dos a cuatro, aunque también hay tableros para 6 u 8 jugadores).
El objetivo del juego es que cada jugador lleve sus fichas desde la salida hasta la meta, intentando en el camino comerse a las demás personas. El primero en conseguirlo será el ganador. El “pachisi” es un juego originario de la India creado en el siglo XVI.
El parchís es una variación de este juego, como lo son el parcheesi, el ludo o el parqués. Y aquí viene el simbolismo con la poleana de la prisión: el centro del tablero representa el trono en que se colocaba el emperador en el centro del patio. Las fichas quedan libres, es decir pueden ser liberadas del juego, escapar, ¿me explico?
En la poleana hay dos dados y cada jugador tiene 4 presos (fichas) en la “cárcel”, los cuales “salen” de ella con combinaciones de dados muy específicas como 6-6, 6-3, 4-2, 3-3. Al “salir” de esa celda se comienza el recorrido en la prisión- tablero donde tienes que llegar al escape-meta.
Para fugarse-ganar es posible pegar-comer fichas, rebasar, bloquear y digamos que casi todo vale para llegar a la meta: fugarse, sacar las fichas del tablero. No obstante, la regla de oro es que las reglas del juego se siguen al pie de la letra. De hecho, un error matemático, de conteo, de continuidad o de tocar una ficha tiene un castigo: regresar la ficha a la celda-casilla de inicio.
Así, pues, las fichas tienen que dar la vuelta a todo el tablero, esquivando a todos los demás jugadores cuyos dos objetivos principales son llevar a sus propios reos a casa y regresar a los de todos los demás jugadores a la cárcel. Se trata de un juego que puede tener muchas horas de juego dependiendo de las habilidades de los jugadores.
Este juego se puede ver en los barrios populares de la CDMX, ya que ha salido de la prisión para convertirse en una tradición barrial donde se encontró con niños, jóvenes y adultos jugando durante horas este juego.
Pese a tener el estigma de ser un “juego de la cárcel”, el juego en realidad es entretenido. En la cárcel es popular porque desvía la atención del hacinamiento, de los problemas, de la falta de tránsito libre, así que por eso es muy común verlo en la prisión, donde se hacen apuestas y proporciona risas y enojos, incluso peleas y muertes.
Otras de las cosas interesantes de las poleanas, es que se hacen y diseñan en la cárcel de forma artesanal, que varían en costo dependiendo los acabados que tengan, pero también puedes hacer tu propia poliana. Así que los diseños dependen de la imaginación.
Una sola de partida puede durar hasta cuatro horas, y aunque intenta reproducir la realidad, el tablero recuerda la arquitectura de las prisiones, las celdas, las estancias, el patio y el castigo. Las fichas representan a reos y dos dados materializan la búsqueda de la libertad.
Las leyendas del origen de este juego son tantas como sus jugadores, algunos afirman que nació en Lecumberri, otros incluso le ven parecido a un juego prehispánico llamado patolli.
El juego es difícil de explicar por todas su reglas, algunos jugadores afirman que solamente lo puedes entender si lo juegas. Hoy en día, hay talleres de polianas de personas que no han estado nunca en contacto con reos o familiares de ellos.
Antes la sociedad y la cárcel eran dos cosas separadas. Pero, hoy la situación penitenciaria obliga a las familias a llevar comida, ropa y dinero a sus internos. Esto ha ido rompiendo esa separación entre cárcel y sociedad.
Foto destacada @silencioseviaja