Cerro del Tepeyac: qué había y qué se hacía antes de la aparición

Foto destacada: Santiago Arau y Wikipedia

Cerro del Tepeyac: un sitio de adoración milenario.

 

El Cerro del Tepeyac, sitio donde se venera a la Virgen de Guadalupe, es uno de los sitios más controvertidos que es visitado por millones de fervientes cada año, y uno de los elementos fundamentales de la identidad de los mexicanos en el ámbito de lo religioso, lo cultural y lo social.

El guadalupanismo no es solo un culto a la imagen, sino la creencia en una leyenda que habla sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, que quizá ya conocemos, pero ¿qué había ahí antes de las apariciones?

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Durante el proceso evangelizador de la conquista de Nueva España en 1521, existe constancia de sus apariciones a partir de 1648, cuando la visión fue registrada por el sacerdote criollo Miguel Sánchez en su obra Imagen de la Virgen María, y apoyada por el segundo arzobispo de Nueva España, el dominico Alfonso de Montúfar.

Pero se ha dicho que el Tepeyac antes de estas fechas de las apariciones marianas ya existía al menos una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe, pero a la que llegó de Extremadura con los conquistadores que, como el propio Hernán Cortés, venían de aquella parte del sur de España.

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Históricamente, fue en 1528 cuando se hizo la primera mención conocida del Tepeyac o Tepeyacac, su nombre náhuatl original que se traduce como “en la nariz o en la prolongación del cerro”.

Antes de todo esto, en el hoy cerro del Tepeyac había tierras fértiles que estaban a la orilla del lago de agua dulce (donde hoy es la colonia Lindavista) y que fueron muy fértiles para el cultivo del trigo, materia prima del pan durante los primeros años de la conquista.

Se dice que un arzobispo solicitó al virrey enviar soldados a Tepeaquilla con el fin de evitar que los indios hicieran procesiones hacia ese lugar, pues pisaban los cultivos y robaban el ganado en su camino para ir a adorar a su diosa Tonantzin en el peñón del Tepeyac.

El problema de esto no que los indios veneraran en secreto a sus antiguas deidades, sino que adoraban a Cristo, a la Virgen y a los santos de una manera digamos poco cristiana; más idolatraban la figura con ceremonias organizadas por los propios indios en ermitas y que los frailes no podían supervisar.

Así, adoraban a la Virgen María como una diosa de manera similar a como lo hacían con su antigua Diosa Madre (Tonantzin, Coatlicue) y veneraban las imágenes cristianas por sí mismas y no por lo que representaban.

Además, de que en náhuatl no existe la palabra “virgen”, porque ese pueblo no tenía esa connotación sexual que el término tiene en español. Las peregrinaciones al Cerro del Tepeyac tienen cientos de años, incluso se hacen desde mucho antes de que a Juan Diego se le apareciera la Virgen de Guadalupe.

Ahí, los mexicas acudían a este cerro a venerar a Tonantzin, la madre del mundo prehispánico también llamada Coatlicue.

Justo, los mexicas acudían en diciembre a rendir culto a la fuerza femenina de la fertilidad: Tonatzin, la diosa de hermosa cabellera negra peinada con dos flecos sobre la frente. Las fieles mexicas que buscaban fertilidad imitaban el peinado de la “madre abuela”.

Tonatzin, con falda de caracoles y sandalias de oro puro, fue reverenciada por miles de personas en el cerro del Tepeyac. A ella acudían a ofrendarle atoles, tortillas y tamales. Hasta que la imagen de Tonatzin quedó desplazada por el relato que ya conocemos de Juan diego.

Hoy en día, la Basílica de Guadalupe, construida en 1974 al pie del Cerro del Tepeyac, es uno de los sitios más visitados del país. Millones de personas de todo el mundo asisten al recinto para contemplar a la Virgen de Guadalupe, plasmada sobre la tilma del indio Juan Diego.

También se puede visitar a la Tonatzin en el Museo Nacional de Antropología e Historia que se ubica sobre Paseo de la Reforma.

Cerro del Tepeyac

Dónde: Fray Juan de Zumárraga No. 2, Villa GAM.

Cuando: lunes a domingo 09:00 a 18:30

Entrada libre