Los espejos prehispánicos son portales hacia el gran Tezcatlipoca

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Los espejos prehispánicos tuvieron mucha relevancia social en la antigüedad.

 

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En la antigüedad mesoamericana los espejos tuvieron un uso místico mucho más profundo del que podríamos encontrarles hoy. Su posesión estaba limitada a las élites de las culturas prehispánicas por su función mágica y por la exquisita elaboración de los tres tipos que hasta hoy se conocen, eran una especie de objeto místico de lujo.

 

¿Con qué se hacían los espejos prehispánicos?

 

 

Estos son los tres tipos de espejos prehispánicos que se hacían y sus materiales. Los espejos que se elaboraban de una sola pieza de pirita o de hierro tallado (toda una hazaña) se llaman “monolíticos”.

Los llamados “mosaico” tomaron ese nombre por ser elaborados con pequeñas piezas poligonales, tomaba hasta 1, 200 horas hacerlos. Y los “compuestos” que se elaboraban sobre una base de pizarra y otros materiales, como el que se encontró completo en el Lago de Amatitlán.

 

 

 

La técnica que más se ha podido estudiar y que resulta muy interesante por su composición es la de los espejos de pirita un mineral metálico amarillento que se forma de figuras octaédricas casi perfectas. Reflejarse en estas formas cúbicas resultaba muy interesante, en términos antiguos, revelador, pues mostraban más que el simple reflejo.

Los olmecas fueron los que más utilizaron espejos de pirita de una sola pieza cóncava. En Tula y Chichén Itzá se han encontrado espejos tipo mosaico que además de la pirita muestran incrustaciones de turquesa. Otros tantos encontrados, como los mexicas, están hechos de obsidiana, algunos en América del sur son de carbón de antracita.

 

 

 

¿Qué culturas usaban espejos?

 

En general, se han encontrado vestigios de espejos prehispánicos en toda Mesoamérica, desde México hasta Costa Rica. En otras clasificaciones, se menciona el uso de estos espejos de los Altos de Guatemala hasta el norte de Michoacán, el Bajío y el norte de Zacatecas.  Si queremos referirnos a su uso por culturas, hasta hoy se sabe que los utilizaron, mayas, olmecas, toltecas, teotihuacanos y huicholes.

Lo primero que debemos saber sobre los espejos como objetos místicos, es que los de pirita se relacionaban con el sol, pues este metal sirve para hacer fuego. Los de obsidiana, llamados tezcatl, se relacionaban con Tezcatlipoca, “el espejo humeante”, deidad que al ser el amo de la noche y sus criaturas era vinculado con el jaguar, animal capaz de pasar de la tierra al inframundo.

 

 

Los espejos de obsidiana eran un instrumento de magia negra, parece que en la profundidad oscura del cristal volcánico podían observarse otros tiempos y lugares. Quizá es por esta razón o por otras que aún desconocemos, pero los espejos mesoamericanos servían como un medio de comunicación con el “más allá”, con las deidades y ancestros.

 

 

 

Eran objeto de adivinación, fuente de presagios y de conocimientos ocultos, los espejos prehispánicos en definitiva suponían un puente que debía manejarse con cuidado pues incluso, seres de otros mundos podían salir de ellos.

Aún hay mucho que conocer sobre los espejos mesoamericanos, existen estudios pendientes de los resguardados en la colección de espejos prehispánicos del Museo Británico y la colección Pitt Rivers, de la Universidad de Oxford.