Una hermosa casona yucateca esconde a T’hó en un cenote privado

Foto destacada: Oswaldo Matú @edificiosmayas

Este cenote privado es uno de los muchos que se encuentran en Mérida.

 

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En Mérida existen más de 100 sitios arqueológicos que evidencian la presencia de una antigua ciudad prehispánica muy importante donde se aprovechaban al máximo los beneficios del entorno, el agua fue el recurso más aprovechado por esta población, loa cenotes fueron y siguen siendo los más hermosos testigos de esos días.

Algo que debe destacarse del uso maya del agua es el aprovechamiento social y religioso, razón por la que los españoles que llegaron a asentarse en estas localidades taparon muchos cenotes con la finalidad de terminar con los ritos mayas.

 

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De ejemplo tenemos a los monjes franciscanos quienes tenían indicado conformar congregaciones de indígenas cerca de una fuente de agua, razón de sobra para tomar los cenotes al interior de las norias. El dominio del agua fue entonces una herramienta más de evangelización y con los años de poder, con los años, los cenotes se convirtieron en pozos o fueron definitivamente cerrados.

Con el desarrollo de la ciudad y la gran cantidad de agua que se necesitaba para proveer de agua a la creciente población, trajo consigo nuevos sistemas de riego y de distribución de agua, así que los cenotes se fueron quedando en el olvido del subsuelo.

 

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Actualmente no es raro enterarse de que muchas casas estén construidas sobre cuevas o cenotes, como el caso de Villa María que se encuentra en el número 202 de la calle 27 entre 20 y 22, es uno de los tres cenotes (hasta donde se sabe) que no fueron clausurados por los años y el desarrollo urbano.

La casona ha pasado por diferentes dueños, hace poco más de 60 años estaba a manos de un hombre que no contaba con los recursos para mantenerla por lo que la construcción fue vendida a las Hermanas Misioneras de María Inmaculada, quienes descubrieron el cenote cuando llegaron a vivir ahí.

 

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En la entrada había piedras que fueron removidas para descubrir un pórtico, pasamanos y escaleras de estilo neoclásico, mismos que poco a poco fueron arreglados por los dueños, incluso acondicionándolo con luz eléctrica y una imagen de la Virgen María.

La profundidad del cenote es de hasta dos metros, su agua es de un muy especial azul turquesa y cristalino, las religiosas dicen que en temporada de frío el agua es caliente y durante los meses de calor el agua es fría, desafortunadamente el uso del cenote no está permitido, a razón de la constante suciedad que los visitantes dejaban.

 

 

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Los lugareños que llegaron a nadar en él cuentan que es muy difícil sumergirse en él por la gran cantidad de cal que contiene, la visibilidad dentro de las aguas resulta imposible por el “verdín” que es un tipo de lama que se genera en algunos cenotes, que como este están muy ocultos.

El cenote puede ser visitado únicamente para ser observado desde la plataforma y las escaleras, desde donde se pueden admirar pequeños peces que viven ahí. Este cenote es supervisado periódicamente por las autoridades encargadas de la higiene y salud las cuales reportan siempre magníficas condiciones sanitarias en el que las misioneras lo mantienen.

 

 

 

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