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La historia de la central nuclear y dos accidentes con este tipo de energía en México.
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La Central Nucleoeléctrica Laguna Verde cuenta con dos reactores nucleares que generan 1,604 MW para producir el 3.2% de la energía total del país. Pero como la mayoría de las personas desconocemos sobre temas de física nuclear, este lugar nos recuerda a la Central Nuclear de Chernobyl que dejó una huella ecológica que perdurará siglos en Ucrania y Bielorrusia; ¿puede suceder un accidente similar en México?
A diferencia de Chernobyl, e México se utilizan diferentes sistemas tecnológicos para lograr la energía y existen muy pocas similitudes entre las plantas de Laguna Verde y Chernobyl; lo que hace poco probable que se dé un accidente como en aquella ciudad.
A pesar de esto, grupos como Greenpeace en 2002 han informado que el reactor había sufrido un paro de emergencia, y que existen algunos problemas de seguridad en Laguna Verde, problemas de técnicos que la han obligado a realizar paros, manejo inadecuado de los residuos y que sus trabajadores han sido expuestos a peligrosas dosis de radiación.
En cuestiones técnicas, se dice que Laguna Verde y Chernobyl son opuestas pero que en términos de problemas de seguridad y opacidad son bastante similares. A pesar de todo una explosión similar a la de una bomba atómica es imposible en la central nuclear.
El Chernóbil mexicano
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México no ha estado exento de accidentes con materiales radioactivos. En 1977 un grupo de doctores del hospital privado del Centro Médico de Especialidades de Ciudad Juárez, en Chihuahua compraron una máquina de radioterapia equipada con una bomba de Cobalto-60 -, un isótopo radiactivo sintético que emite rayos gamma utilizado para tratar a pacientes con cáncer.
En 1983, le encomendaron a un trabajador de mantenimiento del hospital llamado Vicente Sotelo y uno de sus amigos llamado Ricardo Hernández, para que se llevaran la máquina vendiéndola como fierro viejo.
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Los dos hombres desmontaron el armazón metálico de unos 100 kilos y perforaron el corazón de la bomba de cobalto, un cilindro que contenía el material radiactivo. Una vez desvalijada y la llevaron hasta el Yonke Fénix, un depósito de chatarra donde les pagaron 1,500 pesos.
El cobalto-60 se mezcló con el resto de la chatarra del Yonke Fénix y se vendió a varias empresas fundidoras de la zona, quienes fundieron los desperdicios de metal y material radioactivo para fabricar bases para mesas y varillas de acero corrugado, muy utilizadas en la construcción de edificios.
Unas 6,000 toneladas se distribuyeron a más de la mitad de los estados del país y se exportó también a Estados Unidos. Luego de conocerse el caso, las autoridades demoraron varios meses para identificar los lugares que utilizaron las varillas, y los hogares que tenían las mesas radioactivas. La falta de cuidado del manejo de los desechos, originó la exposición masiva de la que se conocen pocos datos oficiales. Años después fue bautizado como “el Chernobyl mexicano”.
Leche contaminada
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En 1986 se importaron de miles de toneladas de leche en polvo desde Irlanda contaminada por la nube radioactiva generada por el accidente de Chernóbil. La nube radiactiva viajó por todo el norte de Europa hasta llegar a la República de Irlanda, el país al que México compraba leche en polvo desde los años setenta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una alerta para que se suspendieran las compras, México adquirió de Irlanda 40,000 toneladas de leche en polvo y también una cantidad importante de mantequilla, que fueron distribuidas en el país entre 1987 y 1988 por la entonces Conasupo.
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Se cree que la leche pudo ser distribuida por 30 empresas diferentes en el país. Además de estos dos casos, que han sido los más importantes reportados en México, existen otros casos de riesgo menores ocasionados por materiales radioactivos, como la fuente radiactiva de Iridio-192 fue robada junto con un vehículo en la ciudad de Cárdenas, en el estado de Tabasco en 2015.