Foto destacada: Wikipedia
El segundo imperio mexicano estuvo, en parte, en manos de ella. Esto es lo que debes saber sobre Carlota, emperatriz de México.
. . .
El 7 de junio de 1840, a la una de la madrugada, nació la Princesa María Carlota Amelia Victoria Clementina Leopoldina de Bélgica. Hija del rey Leopoldo I y Luisa de Bélgica; hermana del príncipe heredero Leopoldo y del príncipe Felipe, conde de Flandes; prima de la reina Victoria de Inglaterra; nieta del rey de Francia, Luis Felipe de Orleans. Su abuela era María Amalia de Borbón Dos Sicilias, que a su vez era sobrina de la difunta María Antonieta, esposa de Luis XVI.
Esta emperatriz, mejor conocida por el público general como María Carlota, por los historiadores como Carlota de Bélgica y por especialistas en enfermedades mentales como bueno, no nos adelantemos.
Tenía diez años cuando su madre murió de tuberculosis. Como adulta joven, su belleza y estatus atrajeron a muchos pretendientes y en 1857 se casó con el archiduque de Austria Ferdinand Maximilian (1832-1867). La pareja se trasladó a Italia, donde el hermano del Archiduque fue virrey de Lombardía y Venecia.
Maximiliano fue despojado de sus funciones porque a su hermano no le gustaba la forma en que gobernaba los territorios italianos. Por lo tanto, la pareja se mudó a su segundo hogar, el castillo de Miramare, a orillas del mar Adriático cerca de Trieste. Era un lugar encantador que rápidamente se convirtió en una prisión dorada donde Charlotte se aburrió.
El palacio de Mirare es un increíble castillo a la orilla del mar, cerca de Trieste, Italia, se alza sobre un acantilado junto al mar Adriático. Incluso presenta una reproducción completa de la cabina del barco de guerra favorito de Maximiliano.
La pareja se vio envuelta en las estrategias políticas de Napoleón III. Bajo la presión de este último, Maximiliano aceptó la corona imperial de México en 1864; pero los mexicanos nos negamos a reconocerlo como Emperador siendo visto como “títere de Napoleón”.
Charlotte, incluso, se cambió el nombre para agradarle a los pueblerinos mexicanos, ya que pasó de ser la “Princesa Charlotte de Bélgica” a “Carlota”; un nombre que encaja más o menos con el gusto popular y una traducción que le llegara al pueblo. Después de todo, la realeza siempre ha dado todo por agradarle a la gente…
Aun así, no hubo respuesta positiva, pero ya no había marcha atrás, porque al llegar a México, Carlota y Maximiliano habían aceptado que la corona mexicana era sinónimo de renunciar a todos sus derechos a la nobleza en Austria. La pareja descubrió este intercambio justo cuando estaban a punto de llegar al país. Ya con tanta presión para que toda esta aventura mexicana funcionara…
Maximiliano fue derrocado y ejecutado en 1867. Charlotte había regresado a Europa para buscar ayuda –no encontrada- y a la caída del imperio mexicano sucumbió a la histeria y la paranoia y tuvo varios episodios mentales hasta 1927.
Los médicos de la época, describieron algunos de los episodios como “grave ataque de aberración mental” lo que probablemente fue una depresión crónica. Además tenía miedo de que envenenaran su comida. Se la describió como riendo y llorando de manera inapropiada y hablando de manera incoherente.
Carlota se comportó de manera extraña cuando fue a visitar al Papa, al grado de que el mismo Papa le permitió pasar la noche en el Vaticano, algo inaudito para una mujer.
Maximiliano, al enterarse de la enfermedad mental de su esposa, todavía no abdicó. Intentó luchar contra las tropas de Juárez, pero fue derrotado y capturado. Muchos europeos abogaron por que se le perdonara la vida, pero al final no tuvo éxito. El emperador Maximiliano fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento el 19 de junio de 1867. Su cuerpo fue enterrado en Europa.
Carlota fue llevada de regreso a Bélgica, su país natal, ese verano. A partir de entonces, Carlota vivió en reclusión durante los últimos casi sesenta años de su vida. Pasó su tiempo en Bélgica e Italia, nunca recuperó su salud mental y tal vez nunca se enteró por completo de la muerte de su esposo.
En 1879, la sacaron del castillo de Tervuren, donde se había retirado, cuando el castillo se incendió. Ella continuó con su extraño comportamiento y durante la Primera Guerra Mundial, el emperador alemán protegió el castillo de Bouchout donde ella vivía. Murió el 19 de enero de 1927 de neumonía. Tenía 86 años.