Dune, la historia de la versión pirata hecha en los Estudios Churubusco

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David Lynch y Alberto “El Caballo” Rojas tienen una extraña conexión fílmica.

 

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Dune es una película de ciencia ficción (Denis Villeneuve, 2021, basada en una nueva versión de la novela homónima de 1965 de Frank Herbert que trata de… bueno se trata de un lugar de una galaxia donde se puede obtener una sustancia que actúa como combustible de los viajes espaciales y habilidades psíquicas mezcladas con gusanos gigantes, brujas, viajes alucinógenos, profecías, láseres, mesías y bueno…

Algunas personalidades han intentado adaptar la novela al cine pero hasta ahora, bueno, digamos que tendremos que esperar las siguientes películas…  Aunque la historia de Dune es bastante conocida y amada (para el mundo de grandes fanáticos de la ciencia ficción) la historia de los intentos de llevar la novela al cine es interesante (y bastante conocida para los cinéfilos) y bueno… esta película ha tenido muchos intentos de realizarse pero pocos impactos.

 

Primer intento: Alejandro Jodorowsky

 

 

En 1974 Alejandro J. fue el primero en crear una versión cinematográfica de Dune que para muchos iba a hacer igual de alucinante que la novela. Según, el artista esperaba reunir a Mick Jagger, Orson Welles, Salvador Dalí, H.R. Giger, Dan O’Bannon y Pink Floyd… de hecho hasta existe material del Story board… Hollywood le dijo a Jodorowsky que tendría 2 horas de filmación. El cineasta pedía de 10 a 12 hora. La película se canceló.

 

 

Segundo intento: David Lynch

 

 

David Lynch llevó a la pantalla grande Dune en 1984, y para reducir un poquito los gastos la película se rodó en los Estudios Churubusco de Tlalpan, un poco antes de filmar Chiquita pero picosa con Verónica Castro… Más allá del dato, en dicho estudio se grabaron grandes películas incluyendo muchas de Hollywood.  

Lynch filmó en México con una terrible logística con 53 personajes, 20,000 extras, cuatro planetas distintos, 70 decorados por construir y derribar, 900 hombres y mujeres trabajando como parte del equipo, y 200 de esos hombres que se pasaron meses en el desierto para limpiarlo de serpientes de cascabel, escorpiones y cactus.

 

 

Además, había millones de dólares invertidos en adaptar una novela compleja, inmensa y con muchas tramas interconectadas en un espacio de dos horas. Es por eso que la historia no se entendía, tuvieron que añadirse muchos recursos para hacerla accesible y al final ningún intento pudo rescatar el fracaso de la película y de Lynch.

De hecho, Lynch contrató a algunos actores mexicanos que aparecen como extras en la cinta, incluyendo a Ernesto Laguardia, Angélica Aragón y Ana Ofelia Murguía.

 

 

Tercer intento: Dune tropicalizado

 

 

En 1991 los Estudios Churubusco rescataron el material y la utilería de la versión de Dune de Lynch, que se habían quedado en las bodegas. Y con lo que había, se rodó la película (de Dune) de Alberto “El Caballo” Rojas versión tropical, jugosa y con un título soberbio y encantador: Dos Nacos en el Planeta de las Mujeres.

La película tenía de escritor al gran Alejandro Licona, dramaturgo y escritor prolífico cuyas piezas están Un macho en la casa de citas (1989) Mátenme porque me muero (1989) El hotelito de los horrores (1990) Mujer de cabaret (1990) Peló gallo (1990) Cazafantasmas a la mexicana (1991) y Santo santón (1993)

En el elenco se encontraban el propio Alberto Rojas en el papel protagónico, César Bono. Una comedia picosa con máquinas de la adaptación de Lynch siendo operadas por Lorena Herrera en traje de baño.

 

 

A pesar de todo, Dos nacos en el planeta de las mujeres puede ser una de las películas de bajo presupuesto que a pesar de tener un guión aburrido, simple y sexista, tiene algunos de los decorados más relevantes de la época para una película mexicana de ¿ciencia ficción? O lo que sea que sea.

Se sabe, que Lynch se concentró dedicarle gran parte de su tiempo a la elección de los decorados y a las piezas de maquinaria que se ven en pantalla. “Pasamos grandes momentos en la Ciudad de México (dice Lynch), y había mucha gente llegando y partiendo todo el tiempo, gente nueva, de todo el mundo, volando y queriendo formar parte de esta cosa. Y teníamos cuatro equipos de cámaras trabajando al mismo tiempo en uno y otro sitio, y eras llevado de un escenario a otro y haciendo una cosa y otra. ¡Cuento de nunca acabar! Hicimos las principales tomas fotográficas ¡Durante seis meses! Y después otros seis meses se perdieron fotografiando los modelos a escala, las miniaturas para los efectos especiales. Cada día, al comenzar y al terminar, viviendo y hablando de ellos. Sin escape alguno. Nunca un descanso. Resultaba apabullante.”