Cristos de Maíz, un arte purépecha de una pasta utilizada antes de la colonización

Foto destacada: Diario Jeréz

Los Cristos de Maíz, las deidades que primero fueron a la guerra.

 

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Las expresiones artísticas mexicanas son tantas que podemos pasar por alto más de una, como aquella que proviene de los primeros pueblos, de la mismísima tierra: los Cristos de Maíz, arte sacro que además de tomar una técnica de escultura mesoamericana, también tomó una costumbre de guerra para introducir la fe católica a través de representaciones de Jesucristo, pero elaboradas con el oro del campo.

 

¿Cuándo surge el arte de pasta maíz?

 

 

Se tiene registrado con más precisión que los Purépechas ya hacían figuras de una pasta de maíz mucho antes de la colonización tiempo en el que las deidades gobernaban estas tierras y, por ende, sus pobladores les deban forma en pequeñas figuras que resultaban ligeras ya secas, de tal suerte podían cargarse al campo de batalla para recibir sus favores.  

Dependiendo de la región, las figuras podían hacerse de diferentes semillas como el amaranto, pero fueron las de maíz las que más sobrevivieron a causa de su fuerte simbolismo y por el préstamo que hicieron los sacerdotes evangelizadores de esta técnica escultórica alrededor del año 1492 para sustituir deidades por el mesías judío.

 

¿Cómo se hace la pasta de maíz?

 

 

Para cubrir con todas las necesidades religiosas, muchos pueblos originarios hacían diferentes tipos de representación de una misma deidad; las esculturas de piedra que estaban hechas para ubicarse en un solo lugar de adoración, las de madera para cargar a diferentes espacios para ser vestidas y alimentadas, y finalmente otras tantas de materiales que no garantizaban un largo tiempo de existencia, hechas sobre todo de pan, se elaboraban para ser consumidas por el pueblo en fiestas especiales.

Consumir una deidad no puede pasar por alto, tiene una fuerte carga simbólica pues ni más ni menos que un dios está sacrificando la propia “vida” para la sobrevivencia de todo un pueblo, de esta idea es que provienen las figuras hechas de pasta de maíz, el alimento que dio origen a la humanidad, el fruto de la tierra que refiere a la fertilidad, a la vida misma, esa que se pone en peligro cuando se va a la guerra.

 

Los Cristos de Maíz

 

 

Las figuras de pan (que en realidad era una especie de pan hecho de los granos del maíz), al igual que las de barro, eran demasiado frágiles para el andar de un soldado, las de piedra muy pesadas; pero aquella pasta que se hacía con el olote tenía la virtud de ser ligera, moldeable y lo suficientemente resistente y rígida al secar. Por muchísimo tiempo sirvió para hacer deidades, hasta el siglo XVI.

La prohibición de las figuras paganas resultó en la representación de santos, vírgenes, pero más aún, de bellos Cristos de Maíz que fueron importados a España como obsequios, la mayoría de los cuales se fueron perdiendo en el desarrollo histórico no sin antes ser ejemplo de una técnica interesante al menos para el religioso agustino Fray Matías de Escobar y Llamas (de origen canario) uno de los primeros europeos que se interesó por la elaboración de la pasta de maíz.  

 

 

Pero una vez más, estas representaciones van más allá de su interés artísticos, su peso simbólico permitía comprender el encuentro de dos fes; toneuhcayotl la palabra náhuatl para la masa del maíz, significa en su más pura traducción “nuestro dulce sustento”, una noción que entendían muy bien los sacerdotes al referirse a la eucaristía, donde también el sacrificio de Cristo da vida; sin duda, un paralelismo que aprovecharon bien los religiosos europeos.

Son pocas las piezas que quedan en el mundo, observar de cerca una de ellas es un privilegio en el que colores vivos transportan a aquellas procesiones en las que los pesados santos se pasean por las calles de los pueblos, con la diferencia de que los Cristos de Maíz son ligerísimos y se relacionan a la vez con aquellas tortillas otomíes que representan lo mismo por se hechas del fruto sagrado de la tierra.