Foto destacada: INAH
Con modelos de reconstrucción arquitectónica virtual se ha logrado proyectar el centro ceremonial mexica.
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En pleno siglo XXI el Recinto Sagrado de Tenochtitlan todavía sigue dándonos rastros para desvelar sus misterios. Y es el Centro Histórico de la Ciudad de México, que los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) han identificado por lo menos 12 de las construcciones prehispánicas que existieron en dicho espacio ceremonial; ocho de las cuales se conocen por su nombre, conforme los registros históricos de fray Bernardino de Sahagún.
Trabajos históricos de salvamento arqueológico
Los trabajo realizados han estado a cargo de Álvaro Barrera Rivera, quien dirigió el Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Proyecto Templo Mayor, quien plantea un modelo de reconstrucción arquitectónica aplicado al centro ceremonial mexica cotejando tanto la información obtenida por el PAU.
Pero han sido, los trabajos históricos, en los albores del siglo XX por los arqueólogos Leopoldo Batres y Manuel Gamio, crearon los primeros planos en la esquina de Guatemala y Argentina, para la construcción de la línea 2 del Metro, más la información de los trabajos de cimentación de la Catedral Metropolitana, son parte del acervo consultado por Barrera para sustentar su hipótesis.
El Proyecto Templo Mayor del INAH, sumó más datos del Huey Teocalli o Templo Mayor, así como la documentación del PAU producto de salvamentos efectuados en la calle de Guatemala, los Patios Marianos de Palacio Nacional y el Antiguo Palacio del Arzobispado, en la calle de Moneda.
Teniendo como referente el centro del Templo Mayor, el Recinto Sagrado de Tenochtitlan se extendía 166 m al sur, 168 m al norte, 222 m al poniente y 11 m al oriente, espacio en el cual estaban distribuidas 78 edificaciones, limitadas por un muro perimetral, que en su mayor parte medía 20 m de ancho, y tuvo una altura que oscilaba de 2 a 2.50 m.
Los cuatros rumbos del universo y un centro ceremonial
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El centro ceremonial de los mexicas reproducía la idea mesoamericana de los cuatro rumbos del universo, cosmovisión que consta en documentos prehispánicos, entre ellos la primera página del Códice Fejérváry Mayer o Tomalácatl de los pochteca; explica Álvaro Barrera, investigador del Museo del Templo Mayor
Los cuatro espacios cósmicos partían de un centro; así que se sumaría un quinto lugar donde se encontraba el edificio principal: el Templo Mayor o Huey Teocalli, que consistía de una pirámide doble, en cuya cúspide estaban los templos dedicados a los dioses de la guerra y la agricultura, Huitzilopochtli y Tláloc, respectivamente.
En cada complejo debió repetirse un patrón constructivo, constituido por un templo principal y diversas estructuras, como juego de pelota, tzompantli, calmécac, y una estructura de planta mixta. De los cinco conjuntos arquitectónicos que debieron conformar el Centro Ceremonial de Tenochtitlan, la evidencia arqueológica ha permitido comprender la constitución de dos de ellos: el Complejo del Huey Teocalli o Templo Mayor, y el Complejo del Dios Tezcatlipoca, que debió abarcar parte del área que hoy ocupan Palacio Nacional, la calle de Moneda y el edificio del Antiguo Palacio del Arzobispado.
Del Huey Teocalli se han logrado reconocer los restos del Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, o como Sahagún le llamó Ilhuicatitlan; un patio (Netotiloyan), un hogar redondo que no está en relación de las 78 construcciones (Tlexictli), un tzompantli y un edificio pequeño nombrado como altar-tumba de los Xiuhmolpilli, que no se logró identificar con los descritos por el cronista español. En el Conjunto del Dios Tezcatlipoca se habla de la existencia de un templo principal mencionado como Tlamatzinco, que estaba dedicado a Tlamatzincatl, “el dios que siempre es mancebo”, que era otro de los nombres que aludían a Tezcatlipoca.
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De las 78 construcciones que señala fray Bernardino de Sahagún, se conocen alrededor de 50, pero no todas se han podido identificar. Se sabe de los nombres de los edificios por la relación del cronista, en algunos casos existen basamentos, pero no se sabe de las estructuras ni de su función.