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Según la leyenda, una preciosa perla mexicana decora la corona de la Reina Isabel II.
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Se ha dicho que el costo de la corona imperial o corona de San Eduardo, es cuesta $4,519,709 dólares. Es una corona que ha existido en varias formas desde el siglo XV y la versión actual se hizo en 1937 y la usa el monarca después de una coronación y se usa en las inauguraciones estatales del parlamento.
La corona está adornada con 2.901 piedras preciosas, incluido el diamante Cullinan II, el zafiro de San Eduardo, el zafiro de Stuart y el rubí del Príncipe Negro. La corona ha sido utilizada para coronar a los monarcas ingleses y se consideraba una reliquia sagrada.
Pero esta corona tiene algo especial: una preciada joya que fue hallada en el Mar de Cortés en Baja California, México. Esta fue razón, para que la monarca de casi 100 años, viajará a conocer el país. De entre toda la colección de coronas, tiaras y demás piezas de joyería, la corona de San Eduardo es una de las joyas más preciadas, ya que es el tocado principal de la ceremonia de coronación de los reyes del Reino Unido.
Esta corona fue rediseñada para la coronación del rey Jorge VI el 12 de mayo de 1937 por Crown Jewelers, Garrard & Co. Consiste en un círculo decorado con ocho florones con forma de cruz patada y flor de lis que se alternan y están decorados con piedras preciosas, y todas esos distintivos se encuentra la perla mexicana.
Este tipo de perla han sido usadas por nativos Pericues en tocados, y muchas perlas han inspirado obras literarias. Pero la perla encontrada en 1883, tiene una historia legendaria. Documentado por los medios de comunicación de la época, la reina Isabel II visitó la ciudad de La Paz en febrero de 1983, entre otros puertos de la costa del Pacífico mexicano.
Las otras piezas de la corona se encuentran zafiros, turmalinas, amatistas, topacios, citrinos y perlas, destaca la que ha sido llamada la “Great Lemon”, una perla posada al frente de la corona, que fue encontrada en el Mar de Cortés.
¿Cómo se descubrió la Perla?
En 1883, los buzos Juan Vacaseque Calderón y Antonio Cervera navegaban por los mares de la Isla Espíritu Santo en Baja California Sur, cuando encontraron la enorme perla “Carnenaida”, que después pasó a ser “Great Lemon”, que no se llama así por su color verde, sino por el tamaño de un limón grande.
El dueño de la empresa que encontró la perla, Antonio Ruo Santa Cruz, viajó a San Francisco y ahí el embajador de Reino Unido de aquel entonces, Anthony Fein, quiso comprársela sin éxito. Años más tarde, el señor Ruffo se la regaló al Rey Eduardo VII para su corona.
El origen de la perla llamó la atención de la reina Elizabeth II, por lo que el 22 de febrero de 1983, la reina y el rey consorte, el príncipe Felipe de Edimburgo viajaron a México para conocer el lugar donde fue hallada la pieza. El viaje lo realizaron en barco, en el buque real de nombre “Britannia”.
Se trataba de la segunda ocasión que los padres del príncipe Carlos viajaban a México, y en esta ocasión la comitiva fue recibida en la bahía de La Paz por el gobernador Alberto Alvarado Arámburo y su esposa María Teresa Soto. Isabel II y Felipe ya habían visitado las playas de Acapulco, Lázaro Cárdenas y Puerto Vallarta.
Cuando la Reina llegó a Baja California, el buque pasó frente a las islas Cerralvo y Espíritu Santo, en donde pudo apreciar los sitios donde 100 años antes se extraía la madreperla así como su preciosísimo producto, y de donde se obtuvo el tesoro que hoy forma parte de su corona y fortuna.
La pareja real de la Casa de Windsor mantuvo compromisos políticos, siendo el primero de ellos la develación de la placa alusiva a su visita a esta ciudad, y al mismo tiempo se le imponía el nombre de “Muelle de la Reina” al sitio donde había desembarcado.
No obstante, parece ser que esta es una leyenda, porque parece que no hay datos certeros o verificables sobre la perla. La Reina Isabel II tampoco ha ofrecido datos sobre la historia de la perla, aunque en algunas ocasiones ha hablado en entrevistas sobre los detalles de joyas y perlas de su corona. Es difícil saberlo.