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Los modelos comunales y arquitectónicos de las vecindades han quedado atrás, pero se resisten al olvido.
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Solo cuando se logra comprender la intención, histórica, política y social de las vecindades de la Ciudad de México, principalmente del Centro Histórico, se puede entender la idea de comunidad a la que aspiraban los arquitectos del siglo XX; y se entiende por qué, hoy en día, se encuentran en el olvido, aunque se niegan a desaparecer.
El crecimiento acelerado de la capital en el siglo XIX, generó una migración sin precedente. La ciencia, el entorno y las actividades cotidianas modificaron para siempre el rompecabezas social de la ciudad. En ese sentido, las vecindades se crearon para ser espacios comunitarios como los baños o la cocina. El patio al centro hacía posible que los niños jugaran y que cualquier padre los vigilara.
Los cuartos de la planta baja vivían las personas pobres en espacios reducidos, y en los pisos altos los que tenían mayores ingresos, los dueños o administradores. Largos pasillos, patios grandes, lavaderos y piletas de agua se compartían a diario, junto a muchas historias de vida que hoy quedan en la memoria.
Seguramente, no se conoce el número preciso de vecindades que existieron en la capital, pero este modelo de sociabilidad está siendo sustituido por un modelo de vivienda vertical, aislado, reglamentado y ausente de áreas comunes o espacios y tiempos para la sociabilidad. Pero esa es otra historia.