La felicidad para los aztecas y algunos fundamentos para entenderla

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Después de varios siglos de conocimiento de los aztecas ¿es posible que podemos aprender algo sobre su concepto de felicidad?

 

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La palabra “Felicidad”, así, en mayúsculas, despierta muchos sentimientos; para algunos, de hecho, provoca cierta resignación. Pero siempre hay personas que desean conocer o aprender el secreto para sentirse felices, y por otra parte, ¿Quién no desea ser feliz?

Y resulta que, paradójicamente,  la mayoría de las personas que van por la vida buscando “ser felices” terminan miserables; su sensación de bienestar se vuelve un peso, y la obstinación de la búsqueda los vuelve personas tristes. Al respecto, los aztecas sabían bien que para encontrar la felicidad había que dejar de buscarla, porque eso no es realmente lo que quieres. Y en eso, estaban mucho más adelantados que nosotros.

 

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¿Qué es ser feliz para los aztecas?

 

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Se cree, por diversas razones, que los aztecas se dedicaron más a los sacrificios humanos que a la búsqueda de la felicidad. Pero antes de la Conquista, los aztecas tenían una cultura filosófica muy densa, con personas a las que llamaban tlamatinimes o sabios.

Esto se sabe ya que parte del pensamiento de los aztecas quedó registrado en códices; y aunque su trabajo filosófico se presente de forma poética, existen exhortaciones y “diálogos” que han hecho creer a los estudiosos que es posible compararlos con filósofos de la antigüedad clásica griega, como Heráclito, Sócrates, Zenón o Parménides.

 

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Pero dejemos a un lado esas observaciones. Los griegos, como Aristóteles, por ejemplo, argumentaron que la felicidad surge naturalmente cuando cultivamos cualidades como la autodisciplina o el valor. Los aztecas estaban interesados ​​en cómo llevar una buena vida. A diferencia de Aristóteles, los aztecas no comenzaron por la razón sino mirando las circunstancias en la Tierra.

Los aztecas decían que “La tierra es resbaladiza”; es decir, un lugar donde los humanos son propensos al error, donde es probable que nuestros planes fracasen y las amistades a menudo se traicionan. Las cosas buenas solo vienen mezcladas con algo indeseable. Para ellos, la tierra no es un lugar de alegría ni satisfacción.

 

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Para los aztecas, la Tierra es un lugar donde todos nuestros actos y acciones tienen una existencia fugaz. Nezahualcóyotl, el erudito y gobernante de la ciudad de Texcoco, lo escribe mucho más bonito:

Nadie en jade / nadie en oro se convertirá: / En la tierra quedará guardado. / Todos nos iremos / allá, de igual modo. / Nadie quedará, / conjuntamente habrá que perecer, / nosotros iremos así a su casa.

Como una pintura nos iremos borrando. / Como una flor nos iremos secando / aquí sobre la tierra. / Como vestidura de plumaje de ave zacuán, / de la preciosa ave de cuello de hule, / nos iremos acabando / nos vamos a su casa.

 

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Quizá suene un poco sombrío. Pero lo que los filósofos aztecas querían decir, supongo, es que la vida tiene dolor, es fugaz y todos somos partícipes de esos rasgos ineludibles. Quizá, la felicidad se trate de esforzarnos por llevar una vida arraigada o que valga la pena: neltiliztli, “arraigo”, “verdad” y “bondad”.

Los aztecas se arraigaban en el cuerpo con un régimen de ejercicios diarios, creían que debíamos estar enraizados en nuestra mente y lograr un equilibrio entre nuestro corazón, el asiento de nuestro deseo, y nuestro rostro, el asiento del juicio. Las cualidades virtuosas del carácter hicieron posible este equilibrio.

Finalmente, se buscaba el arraigo en teotl, el ser divino y único de la existencia. Los aztecas creían que dios era la naturaleza, una entidad de ambos géneros cuya presencia se manifestaba en diferentes formas. Algunas actividades como la composición de poesía filosófica, ofrecían una conexión más directa con la deidad.

 

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Así que la idea, pues es llevar una vida armónica entre cuerpo, mente, nuestro rol social y el asombro ante la naturaleza. Para los aztecas equivalía a una danza en una tierra resbaladiza, y en la que el placer era poco más que un rasgo incidental. No lo sé.

Pero parece que la filosofía azteca nos anima a cuestionar nuestros valores y el sistema de creencia que estamos acostumbrados, y parece, que como los griegos, hacer algo que valga la pena es más importante que disfrutarlo –en algunos casos. Pues finalmente, como todos sabemos, y los filósofos aztecas lo recalcaban, es que nuestra vida en la tierra es breve. Todo lo que amamos pronto se convertirá en polvo y cenizas.