Foto de portada: Nicholas Hunter
El arma mesoamericana por antonomasia.
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El Macuahuitl fue usado por las tribus aztecas, mayas, purépechas y mixtecas y es, a grandes rasgos, una espada de madera con hojas de obsidiana cuyo nombre se deriva del idioma náhuatl. Los lados de la espada están incrustados con cuchillas prismáticas hechas de obsidiana ya que producen un filo mucho más afilado que las navajas de acero de alta calidad.
El macuahuitl ( mācuahuitl u otras variantes ortográficas: maquahutil , macquahuitl y māccuahuitl) era el arma estándar de combate cuerpo a cuerpo junto con el Tepoztli y el lanzador de lanzas de largo alcance Atlatl. Fue un tipo que se observó durante la conquista española del siglo XVI. Además de esta arma, las culturas prehispánicas también usaron el escudo redondo (chimalli), el arco (tlahuītōlli) y el lanzador de lanza (atlatl).
El chimalli fue el arma defensiva-activa que acompañaba al macuahuitl. Este era un escudo, del que sabemos existía una gran variedad de diseños y en cierta manera de materias primas con que eran confeccionados. Muchos chimallis fueron elaborados exprofeso para el combate, otros eran divisas militares y artefactos simbólicos que se entregaban a los militares en las fiestas religiosas.
El macuahuitl era la única “espada” con material cerámico en sus bordes, solo comparable con el moderno cuchillo de cerámica. Era capaz de infligir graves laceraciones en las hileras de hojas de obsidiana parecían “escamas”. A veces se denomina espada o maza, pero carece de un verdadero equivalente europeo, tal vez se lo describa mejor como un bastón de vanguardia.
Esta arma media de un metro a medio metro, con un surco a lo largo de cada borde, en el que se insertaban las piezas afiladas. Como en casi todas las armas de tipo artesanal, las hileras de hojas de obsidiana a veces eran discontinuas para dejar espacios a lo largo del costado. Los españoles que estudiaron aquellas armas, siempre destacaban que el macuahuitl estaba tan bien construido que las cuchillas no podían ser arrancadas ni rotas.
Un relato de Bernal Díaz del Castillo, uno de los cronistas y conquistadores de Hernán Cortés, afirma en un relato de una batalle de los indígenas contra Pedro de Morón, que el macuahuitl había decapitado a un caballo. Otras crónicas narran: “Vi un día que un indio peleaba con un hombre montado, y el indio le dio un golpe en el pecho al caballo de su antagonista, que abrió a las entrañas y cayó muerto en el acto. Y el mismo día vi a otro indio darle a otro caballo un golpe en el cuello, que lo estiró muerto a sus pies.”
El macuahuitl era un arma diseñada para capturar prisioneros, colocando cuchillas espaciadas para limitar la profundidad de la herida de un solo golpe, y permitir que sus oponentes solo quedaran debilitados o inconscientes para poder capturarlos. El arte de inhabilitar a los oponentes usando un macuahuitl, enseñó desde edad temprana en las escuelas Azteca Tēlpochcalli.
El macuahuitl contra las espadas de acero europeas tenía muchos inconvenientes. La obsidiana es más quebradiza y frágil que el acero, se rompe al impactar contra el acero o las armaduras, además de astillarse por los impactos el hueso o la madera. Se necesita más tiempo para levantar y balancear un palo que empujar con una espada. También se necesita más espacio, por lo que los guerreros avanzaron en formaciones sueltas y lucharon en combate individual.
Hoy en día, las réplicas del macuahuitl han sido producidas y probadas contra los lados de la carne de res para documentales en los canales History y Discovery, que demuestran la efectividad de esta arma. En el programa de Historia Warriors, el operador de las fuerzas especiales y artista marcial Terry Schappert se lesionó mientras cercaba con un macuahuitl, se cortó la parte posterior de la pierna izquierda como resultado de un movimiento de retroceso, y respondió: “Creo que podría necesitar suturas… es profundo.”
Para el reality show SpikeTV Deadliest Warrior, se creó y probó una réplica contra un modelo de cabeza de caballo (creado con el esqueleto de un caballo y gel balístico)donde fue posible decapitar al caballo-modelo, pero tomó tres cambios de cuchillas. El macuahuitl ha experimentado un renacimiento en los últimos tiempos. Disfruta de un seguimiento de culto y el interés en la construcción del arma y las capacidades siguen siendo un punto focal.
El ejemplo más actual de esta arma, según Ross Hassig, sobrevivió a la Conquista de México y pasó a formar parte de la Real Armería de Madrid, hasta el lugar en donde estaba resguardado, junto a los últimos tepoztopilli, fue destruido por un incendio en 1884. Su diseño original sobrevive en diversos catálogos, entre ellos el macuahuitl creado por el medievalista Achille Jubinal en el siglo XIX.
En México, Francisco González Rul reprodujo un macuahuitl en los 70s, con el fin de colocarlo en una sala del Museo Nacional de Antropología. Desde esa fecha se ha puesto énfasis en la necesidad de desarrollar trabajos experimentales de armas prehispánicas. Hoy en día, para exhibición no queda ningún maquahuitl y lo que se sabe de estas increíbles armas proviene de relatos e ilustraciones contemporáneas que datan del siglo XVI y anteriores.