Foto destacada: Archivo Bettmann
El Ferrocarril Subterráneo de México es la historia de los afroamericanos que escaparon de la esclavitud de EU cruzando la frontera clandestinamente hacia México.
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“Yo que solo de las leyes soy esclavo”, es una conocida frase de Vicente Guerrero, uno de los presidentes mexicanos con raíces africanas, quien promulgó el 15 de septiembre de 1829 un breve decreto aboliendo la esclavitud en la República mexicana abriendo las puertas de la libertad a miles de negros procedentes del sur de Estados Unidos.
La abolición de la esclavitud por parte de Guerrero fue una importante contribución legal y moral en contra del comercio de seres humanos, quien se sumó al ferrocarril subterráneo mexicano para ayudar a afroamericanos fugitivos según la historia de “The Slave Narrative of Texas” (La narrativa del esclavo de Texas).
El Ferrocarril Subterráneo no era como tal un ferrocarril sino una red clandestina organizada por los abolicionistas en el siglo XIX para ayudar a los esclavos a escapar hacia los estados del norte de EU y Canadá, cuya historia es más o menos conocida y en algunos sitios enseña a estudiantes de bachillerato en EU., pero la ruta hacia México ha permanecido ignorada a ambos lados del río Bravo.
El Tren subterráneo fue una salida de escape, sin tren
Se llamaba “tren subterráneo” ya que los miembros de dicha red usaban términos ferroviarios como metáfora para referirse a estas actividades fugitivas. Los “conductores” o “maquinistas”, por ejemplo, eran palabras clave para referirse a aquellos voluntarios que ayudaban a los esclavos del sur a escapar, a estados libres, a Canadá o México proporcionando disfraces, mapas, enclaves seguros donde dormir.
Las “estaciones” eran casas particulares a lo largo del país, donde los fugitivos podían esconderse, comer y descansar. E incluso recibir asistencia médica si lo requerían e información sobre otras estaciones cercanas, para seguir su viaje con seguridad.
Black slavery
Los “pasajeros” eran los esclavos fugitivos; los “carriles” las rutas de escape; la “estación central” era la jefatura clandestina; y la palabra “destino” estaba reservada a los estados libres con más garantías ciudadanas como México y Canadá. Desde 1810 hasta 1860 se estima que el “Ferrocarril Subterráneo” logró liberar a más de 100.000 esclavos y también influyó en la opinión pública para ganar partidarios a la causa abolicionista.
En la ruta de este ferrocarril hacia México no existía una red tan organizada y no había tanta gente disponible para ayudar a los esclavos, según Roseann Bacha-Garza, quien encabeza el programa de historia y arqueología comunitaria de la Universidad de Texas Rio Grande Valley. Pero mucho después de que se aboliera la esclavitud en Estados Unidos, cientos de inmigrantes negros que estaban hartos de las condiciones de esclavitud y la segregación se fueron a México.
Muchos africanos se establecieron en México, que representó la libertad y la promesa de una vida mejor. Entre 1821 y 1865, miles de esclavos cruzaron el río Bravo para buscar un futuro distinto. Sus historias y las de aquellos que les dieron una mano han permanecido enterradas en el olvido hasta hace poco.
Pese a todo, lo ocurrido en esta vía de escape no fue menor y distintos historiadores estiman que entre 5.000 y 10.000 esclavos lograron cruzar hacia México entre 1821 y 1865. La reconstrucción de este episodio de la historia entre México y Estados Unidos no ha sido fácil, en gran medida, por la falta de registros.
Black slavery
Las constantes fugas hicieron que los propietarios de haciendas publicaran avisos ofreciendo recompensa por la captura de los esclavos. Había escuadrones contratados para perseguir a las personas que huían hacia México, por lo que estas muchas veces querían mantenerse en el anonimato cuando cruzaban al lado mexicano haciendo más complejo llevar registros a detalle de estos movimientos.
La historia sobre la existencia de la ruta hacia el sur se ha ido reconstruyendo gracias a los materiales dispersos de las comunidades locales, los registros de la prensa de la época y testimonios que pudieron recabarse en las décadas de 1930 y de 1940 de antiguos esclavos estadounidenses como parte del llamado Proyecto Federal de Escritores.
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Uno de estos testimonios corresponde a Felix Haywood, y quizá uno de los testimonios más reconocidos y aceptados, quien residía en San Antonio (Texas) cuando fue entrevistado en 1941, a los 92 años de edad, y ofrece una idea clara de la visión que los antiguos esclavos aún conservaban de México.
“En ocasiones alguien llegaba y nos animaban a escapar hacia el norte para conseguir la libertad. Nosotros nos reíamos de ello. No había razón para huir hacia el norte, todo lo que teníamos que hacer era caminar, pero caminar hacia el sur, donde obtendríamos la libertad tan pronto cruzáramos el río Grande (río Bravo)”, narra Haywood.
Black slavery
“En México podías ser libre. A ellos no les importaba de qué color fuera tu piel: negra, blanca, amarilla o azul. Cientos de esclavos huyeron hacia México y les fue bien. Supimos de ellos y que se hicieron mexicanos. Criaban a sus hijos para que hablaran sólo mexicano”, agrega.
Además, muchos esclavos sabían cómo llegar a México porque parte de su trabajo era acompañar los cargamentos de algodón desde las plantaciones en Texas hasta los mercados en localidades como Brownsville o Matamoros. Según el testimonio de Sallie Wroe, quien nació como esclava en una plantación cercana a Austin (Texas), eso fue lo que hizo su padre y tres de sus tíos cuando llegaron hasta el río Bravo conduciendo carretas cargadas de algodón, que el dueño de la hacienda iba a vender en Brownsville.
La historiadora estadounidense María Hammack ha encontrado historias de individuos que cruzaron el río Bravo procedentes de estados próximos como Luisiana, Misisipi, Alabama y Carolina del Norte. Era un recorrido difícil debido al clima caliente durante gran parte del año, a la presencia abundante de animales peligrosos como serpientes y escorpiones, y a la falta de agua y de sombra para aliviarse del sol inclemente.