Encuentran ocre rojo en las minas submarinas más antiguas de América

Foto destacada: Sam Meacham

Las cuevas más antiguas de América fueron descubiertas en un cenote mexicano.

 

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Los buzos pudieron encontrar un tesoro oculto en las profundidades de las cuevas: ocre rojo, un pigmento que los humanos han utilizado en regiones de todo el planeta desde hace decenas de miles de años para pintar objetos o en prácticas funerarias y que se considera una herramienta clave en el desarrollo del pensamiento simbólico.

 

 

¿Qué es el ocre rojo?

 

 

Los primeros habitantes del continente arriesgaban su vida internándose en cuevas durante cientos de metros en busca de ocre rojo, un pigmento esencial en la evolución del pensamiento simbólico de los humanos.

El ocre rojo se utilizaba en enterramientos o en pinturas, pero también pudo servir como protector solar o insecticida. El uso del ocre pertenece a distintas épocas, pero algunos estudios estiman que los neandertales ya lo empleaban hace 250.000 años, aunque sus usos fuesen más rudimentarios que los de los sapiens en épocas más recientes.

 

 

Samuel Meacham, fundador del Centro Investigador del Sistema Acuífero de Quintana Roo A.C. (Cindaq), ha sido uno de los líderes del equipo de buceadores que han servido de extensión a los equipos de arqueólogos o antropólogos necesarios para comprender estos yacimientos particulares.

El descubrimiento de las minas de ocre más antiguas del continente americano,  en cuevas subacuáticas en la península de Yucatán, abre la puerta a entender mejor la vida de los primeros habitantes de lo que hoy es el sur de México.

 

 

“Es uno de los grandes descubrimientos que se han venido dando en estas décadas”, explicó el doctor Roberto Junco, subdirector de arqueología subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), una de las instituciones que ha participado en el descubrimiento.

Este hallazgo fue publicado en en la revista científica Science Advances, y han establecido que las minas, halladas por los buceadores Fred Devos y Sam Meacham, en el interior de un sistema de tres cuevas que quedaron sumergidas hace miles de años, fueron explotadas por humanos hace más de 10 mil años y durante un periodo de unos 2 mil años.

 

 

Quizá lo más importante de las muestras en las cuevas, es que el hallazgo conecta con los restos de Naia, el esqueleto más completo hallado en Yucatán de una mujer adolescente y con una antigüedad de entre 12 mil y 13 mil años.

“La posibilidad que abre la explotación de ocre en esas épocas tan tempranas es increíble. Hay múltiples hipótesis pero me gusta pensar en Naia con la posibilidad de pintar en la pared de alguna cueva o Naia decorando su cara con símbolos de colores”, dijo Junco.

 

 

 

Esta posibilidad de generar arte, simbolismo, abre una puerta muy interesante para el estudio de la prehistoria en México y las Américas. El estudio del ocre es uno de los más interesantes y ha fascinado a los humanos desde hace miles de años, ya que era utilizado para pintar cuevas, decorar cuerpos y tratar pieles.

La preservación de este lugar es increíble, y permite contemplar el proceso mental de los pobladores de Yucatán de hace 10 mil años. Ya que no una actividad de extracción que pueda realizar una sola persona. Se necesita la colaboración de mucha gente ya que es una complicada red de cuevas.

 

 

Lo que también se destaca, es que esta la red de cuevas se encontró en perfecto estado de preservación. No obstante, es un lugar en el que caminaron hace 10 mil años y todo estaba como se quedó hace unos 7 mil años. “Es una cueva explorada con anterioridad, pero en 2017 me pidieron – explica el buzo Fred Devos-  que hiciese un mapa, que es una de mis especializadas. Durante el proceso descubrí un túnel en una pared y al pasar llegamos a una restricción de unos 70 centímetros de ancho“, explicó.

 

 

“Pero como durante el recorrido vimos cosas raras, piedras apiladas una encima de otras, estalactitas rotas, pensamos que alguien había estado ahí antes, lo que era imposible. Eso nos dio ganas de seguir adelante. Aunque no era fácil pasar la restricción con todo el equipo, lo logramos… Al otro lado empezamos a ver cambios en la cueva hechos con toda claridad por humanos. Fue el buceo más memorable que he hecho en los casi 30 años de profesión“, añadió el buceador.

Hoy en día, Devos, Meacham y otros buceadores de Cindaq cuentan con más de 20 mil fotos y horas de vídeo de 360 grados durante varios buceos. Con la ayuda del superordenador de una universidad estadounidense, esas fotografías y videos se han convertido en un modelo tridimensional de las cuevas que está permitiendo a los científicos estudiar el hallazgo sin tener que bucear a las cuevas.