Fotografía de portada: The World or Bust
En la Plaza Romita hay grandes historias y referencias culturales de la Ciudad de México.
. . .
Plaza Romita se localiza a una cuadra del Eje Cuauhtémoc,
por la calle Real de Romita, pasando la de Puebla, y a tres cuadras de la avenida Chapultepec. Esta pequeña plaza adoquinada, acompañada de árboles frondosos y una sencilla fuente circular al centro, nos entrega un ambiente de paz y tranquilidad que se respira ahí, como si llegara al centro de un pueblito.
Este lugar fue un islote muy cercano a Tenochtitlan, y corazón del pueblo prehispánico de Aztacalco vocablo náhuatl que signica “en la casa de las garzas”. Cuenta la tradición que en tiempos de la colonia, los ladrones de Tepito eran ahorcados aquí en uno de los cuatro enormes ahuehuetes que tenía entonces, evento que después se convertiría en una celebración popular a finales del siglo XIX y principios del XX, donde sus pobladores representaban con gran estruendo y algarabía .
El nombre de Romita se debe a que uno de los caminos más cercanos al pueblo, el de Chapultepec, se parecía por su gran arbolado a otro similar en la ciudad de Roma, Italia, y por asociación le pusieron así, mote que aparece en documentos del Ayuntamiento desde 1752.
De forma parecida, al expandirse nuestra ciudad y trazarse en los potreros de Romita un fraccionamiento habitacional (1903), éste tomó por nombre colonia Roma. Más adelante, Romita sirvió de escenario para algunas tomas de la destacada película Los Olvidados, de Luis Buñuel. Cabe mencionar también que su principal comercio de tradición es la famosa pulquería La Hija de los Apaches, situada en avenida Cuauhtémoc 39.
Alrededor de la plaza verá algunas construcciones antiguas de un sólo nivel y tabique aparente, que le aportan un toque nostálgico; y uno que otro edificio de varios pisos construidos a mitad del siglo pasado. El más importante es su pequeño templo con una torre, dedicado en los albores del siglo XVII; en un principio se le llamó Santa María de la Natividad Aztacalco, después, de San Cristóbal, del Verbo Encarnado y por último de San Francisco Xavier.
Bien vale la pena entrar y convivir con los pobladores del rumbo, y admirar el crucijo del altar mayor, del cual se dice fue elaborado en el siglo XVI y corresponde a uno de los cinco que envió el rey de España a estas tierras. El santo más venerado es San Judas Tadeo y casi frente a él se puede ver al Señor del Buen Ahorcado, al cual se encomendaban los indígenas antes de morir en la horca.
Los pobladores de Romita se mostraron muy reacios a que sus terrenos fueran modificados por el trazo de las calles de la Roma. Por años el antiguo, el pueblo de San Cristobal tuvo la fama de ser un sitio violento y peligroso, un barrio marginado de la ciudad habitado por delincuentes. La arbolada de la calzada tuvo cuatro inmensos ahuehuetes donde eran ahorcados los ladrones condenados a muerte. Los acusados eran sentenciados frente al pueblo desde un atrio. Antes de la ejecución ingresaban al interior del templo de Santa María de la Natividad, donde pedían benevolencia y le encomendaban su alma al Señor del Buen Ahorcado.
Otra leyenda difundida desde los años cuarenta del siglo pasado, afirma que los pobladores han visto a un bulto blanco de contorno humano surgir de los árboles de la plaza y sentarse en una de las bancas, haciendo que aquellos que se encuentren cerca sientan un repentino frío.
Fotografía: Lourdes Neri
La iglesia de la plaza es donde “El Ojitos”, el personaje de Los olvidados
, es abandonado. No sólo en el campo cinematográfico encontramos referencias a la Romita, también las hay en la literatura. En “Las Batallas en el Desierto”, de José Emilio Pacheco, el protagonista habla del miedo que los niños sentían al pasar por ahí, debido a un robachicos que vivía en el barrio:
“Romita era un pueblo aparte. Allí acecha el Hombre del Costal, el gran Roba Chicos. Si vas a Romita, niño, te secuestran, te sacan los ojos, te cortan las manos y la lengua, te ponen a pedir caridad y el Hombre del Costal se queda con todo. De día es un mendigo; de noche un millonario elegantísimo gracias a la explotación de sus víctimas. El miedo de estar cerca de Romita. El miedo de pasar en tranvía por el puente de avenida Coyoacán: sólo rieles y durmientes; abajo el río sucio de La Piedad que a veces con las lluvias se desborda”.
Escondido en la esquina noreste de Roma Norte se encuentra este vestigio de una pequeña ciudad antigua que ocupa solo un cuadra. Antes de la fundación de la Ciudad de México, era un pueblo azteca llamado Aztacalco. Cuando llegaron los españoles, este pequeño grupo de edificios estaba ubicado en las afueras de Tenochtitlán (cómo se llamaba la Ciudad de México antes de que los españoles vinieran y la saquearan). Los españoles construyeron una pequeña iglesia y plaza allí en los años venideros y se mantuvo como tierra de cultivo rural fuera de la ciudad principal durante cientos de años.
Los españoles le dieron el nombre de “La Romita” porque tenía árboles altos que bordeaban el camino a Chapultapec que les recordaba a Roma. Después de que la Ciudad de México comenzó a expandirse, La Romita se vio rodeada por el desarrollo y el exclusivo barrio de “La Roma” fue construido para albergar a la élite de la ciudad una vez que el centro se llenó demasiado.
Hoy en día, La Roma es uno de los barrios más modernos de la ciudad, ya que se ha vuelto a gentrificar, pero aún conserva gran parte de su arquitectura de influencia francesa del siglo XX, amplias avenidas arboladas y muchos parques verdes. No hace mucho tiempo, La Plaza de Romita era bastante arenosa, pero en los últimos años, algunos artistas locales han plagado toda el área con un increíble arte callejero, pero todavía hay un ambiente de pueblo pequeño que impregna, es interesante ver la yuxtaposición. Encontrarás una pequeña tortillería que hace tortillas frescas y algunas otras tiendas locales.
Dirección: Callejón de Romita 24, La Romita, Roma Norte., 06700 Ciudad de México, CDMX.
Con Fotografías: The World or Bust