Ejercicio Plástico, el mural íntimo de una relación de David Alfaro Siqueiros

Foto destacada: Vida Surrealista

Con información de Milenio

Ejercicio plástico es la única obra de Siqueiros que carece de contenido político-social

 

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Se ha dicho varias veces que que el gran muralista David Alfaro Siqueiros participó en el atentado contra el escritor Trotsky, por lo que Siqueiros fue expulsado y exiliado en Chile, gracias a una gestión del cónsul Pablo Neruda. En el año 1962 fue encarcelado por el gobierno por organizar disturbios estudiantiles de extrema izquierda dos años antes e indultado en 1964.

Sus inclinaciones políticas lo llevaron a crear buena parte de su obra, pero también una tormentosa relación de amor lo llevó a producir un mural excepcional en el que se impuso la intimidad sobre la política.

 

 

El mural se llama Ejercicio plástico y es considerada una de las obras cumbre latinoamericana, y la única obra de Siqueiros que carece de contenido político-social. El artista busca imprimir un carácter transformador a la pintura mural, y es por eso que utilizó nuevas tecnologías.

Utilizó fotografías en lugar de bocetos; utilizó un cinematógrafo proyectando las imágenes sobre el muro y el empleo de la “brocha de aire” en reemplazo del pincel, y pinturas industriales para la realización del mural.

 

 

 

Este “ejercicio” se pintó en el sótano de la quinta Los Granados, en Don Torcuato, propiedad del empresario periodístico Natalio Félix Botana. Se realizó en colaboración con los artistas Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino, y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro, grupo que se denominó “Equipo Poligráfico Ejecutor”. Hoy en día se encuentra en el Museo del bicentenario en Argentina.

Aunque este equipo de artistas deseaba que el espectador se sintiera dentro de una caja de cristal en el mar, mediante la sensación de movimiento de las figuras representadas; siendo un ejercicio artístico de experimentación,​ en realidad es un grito interior, una confesión de parte sobre la pérdida del amor y el fracaso de una relación poético-conflictiva con una uruguaya…

 

 

Blanca Luz Brum, a quien Siqueiros llamaba “mi Blancaluchita”, posó y sirvió de modelo a Siqueiros en su faceta poco sabida de fotógrafo. Tomó las primeras placas cuando la conoció en 1929, en Montevideo, adonde viajó para promover la organización sindical de artistas latinoamericanos.

Las imágenes que tomó Siqueiros sobrevivieron una en un barco y otra mostrando el torso desnudo o luciendo trenzas y huipil o danzando frente a una pirámide mesoamericana. Se trató de una relación marcada por la militancia política, de cuatro años que inició en Uruguay, siguió por Nueva York, México y Los Ángeles, y concluyó de vuelta en Sudamérica.

 

 

En mayo de 1929, llegó a Montevideo David Alfaro Siqueiros como delegado al Congreso de Sindicalistas. El encuentro entre ambos fue apasionado; Blanca Luz tomó a su hijo Eduardo y se fueron con Siqueiros a México, donde se casaron, vivieron y la pareja y el pequeño hijo de Blanca Luz permanecieron dos meses presos. Fueron liberados, pero Siqueiros fue encarcelado otros seis meses.

En México, participó de actividades culturales y políticas junto a Diego Rivera, Frida Kahlo, Tina Modotti, Sergéi Eisenstein (que filmaba ¡Que viva México!). Ella era poeta, viuda a los 21 años y amante de quien llamaba “mi revolucionario”, casado entonces con Graciela Amador, militante del Partido Comunista Mexicano, de la que se divorció al volver a México en 1930.

Dos años después, en octubre de 1932, Blanca Luz y Siqueiros se casaron en California; el matrimonio terminó doce meses después en Buenos Aires, y ella se hizo pareja del empresario Natalio Botana, dueño del diario Crítica, quien encargó a Siqueiros un mural que hoy puede apreciarse en argentina.

 

 

En 1931 se publicó una versión del romance en la Ciudad de México, bajo el título Penitenciaría- Niño perdido, donde Blanca Luz refiere un arranque de violencia de Siqueiros y la pobreza que padecieron mientras él purgaba sentencia por actos sediciosos el 1 de mayo de 1930.

En 1933, se publicó en Uruguay como Un documento humano. Carta manuscrita de David Alfaro Siqueiros a Blanca Luz Brum, “Blancaluchita”. Escritas de su puño y letra y a máquina, las epístolas de Siqueiros revelan a un hombre enamorado y frágil que intenta en vano preservar su relación.

 

 

 

“Blanca Luz: sinvergüenza, vengativa, por qué no me escribes. Chaparrita del demonio no comprendes que tus cartas me hacen una falta horrible y son el mejor aliciente para mi trabajo. Te quiero mucho, tanto que estando rodeado de centenares de gentes y agasajado a todo momento y en mi trabajo, secándome los sesos, no puedo dejar de sentirme horriblemente solo, espantosamente solo. ¡Por qué diablos nos separamos! ¡Por qué diablos no encontramos la manera de trabajar siempre juntos y trabajar bien! Qué fuertes seríamos entonces mi uruguayita encantadora.

 

¡Cómo te recuerdo ratita vivaracha y patitas de venado! No creas que mi ternura sea el simple resultado de soledad de mujeres. Muchas me miman y dragonean como debes suponer en las condiciones de ‘renombre’ que tengo, pero nadie en la vida puede suplirte en mi cariño, Luchita, Luchota Blanca. Me parece que por no tenerte a ti le he perdido ya el cariño a la noche”, escribió Siqueiros en mayo de 1933 desde Buenos Aires.

En 1932 había pasado una temporada en Los Ángeles, experimentando con pistolas de aire de pintura automotiva. Cuando el permiso de residencia temporal expiró en noviembre, se trasladó con Blancaluchita a Montevideo. Llegaron el 5 de febrero de 1933 y por tres meses y medio habitaron una casa campestre del Prado, en la periferia de la ciudad, en Camino Castro 649.

 

 

La visita a la región del Río de la Plata fue preparada con antelación. Siqueiros recurrió a un miembro de la elite bonaerense, el poeta Oliverio Girondo, a quien había conocido en Europa en 1919, y a Victoria Ocampo, con quien estableció comunicación desde Los Ángeles.

El periodista cultural uruguayo Luis Eduardo Pombo, escribió en el periódico El Día: “[Siqueiros] Ha venido hasta nosotros como ningún artista lo ha hecho. Ha llegado un camarada, este hombre rico en experiencias, sabio en teorías, potente en realizaciones, y por esto hemos de estar atentos a su palabra. Hombre de raza y de lucha, viene nutrido en convicciones hondas”.

 

 

Siqueiros dictó en Montevideo una conferencia sobre la asimilación de técnicas y materiales de las civilizaciones indígenas en el “Renacimiento muralista mexicano” y otra sobre las innovaciones técnicas del equipo de trabajo que armó en Los Ángeles, donde pintó a un obrero crucificado.

Un historiador del arte de larga trayectoria, Gabriel Peluffo, dijo en entrevista que el legado de Siqueiros en Montevideo fue como una “onda expansiva” que se expresó en el tiempo. “Dejó sobre todo eso: la idea de que un artista podría ser un revolucionario radical y tener los objetivos políticos por delante, incluso de los estéticos. La doctrina estética era tributaria del mayor alcance de los objetivos políticos”.

 

 

Los murales que aparecen y desaparecen en Ciudad Vieja y barrios populares de Montevideo tienen la impronta estética del chihuahuense, pero parecen inspirados en su concepto. Siqueiros ronda en la escena literaria y mediática regional por su conexión con Blanca Luz en la novela Falsas memorias de Hugo Achugar. La cinta titulada El mural, narra el paso del pintor por Buenos Aires.