El ahuejote, árbol divino de las culturas prehispánicas del centro de México.
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Hermano del sauce llorón y el sauce criollo, el árbol conocido en nuestro país como ahuejote es endémico del Valle de México, a pesar de encontrarse en ocasiones en el sur de Estados Unidos y Guatemala. Éste forma parte del paisaje mexicano hace incontables siglos y, a pesar de su importancia en la vida de las culturas prehispánicas, en general, se sabe poco de estos estilizados árboles.
Salix bonplandiana es el nombre científico de este árbol alargado que llega a medir hasta 15 metros de altura, tiene un tronco recto, copa estrecha, corteza muy agrietada, y hojas perennes alargadas y blancas en el reverso. El ahuejote crece en las riveras de arroyos y lagos, por esta razón ha sido utilizado como cerca viva en orillas de canales y presas.
Para algunos expertos, la palabra ahuejote deriva de la raíz náhuatl atl, que significa “agua” y huexotl, que designa a los árboles de la familia de los sauces; para otros, el nombre deriva de ahuxotl, que significa “escoba” y refiere a la forma del árbol. Durante muchos siglos, fue utilizado por las distintas culturas del valle central del país para delimitar y contener las legendarias chinampas, pues sus raíces y troncos forman redes que sostienen la tierra de las pequeñas islas prehispánicas que eran tan frecuentes en los lagos de Chalco, Texcoco y Xochimilco. También funcionan como cortinas que protegen las cosechas del viento.
El ahuejote también ha tenido usos medicinales, especialmente para los pueblos nahuas —que lo utilizaron para sanar males del parto, fiebres, verrugas, sarna y herpes. Estas culturas, además, lo consideran un árbol sagrado, un elemento necesario para conservar lo que ellos entendieron como la estructura celestial-terrestre.
Actualmente, productores de Xochimilco desarrollan una nueva técnica para agilizar la reproducción de estos valiosos árboles, algo que con el tiempo ayudará a la reforestación de la zona chinampera de Xochimilco. Tanto desde el punto de vista ecológico, como desde el mitológico, el ahuejote es un tesoro de nuestra región, una planta endémica que siempre merecerá protección y devoción.