Texcoco fue increíble gracias al Rey-Poeta, Nezahualcóyotl.
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Texcoco fue la capital cultural del mundo nahua. Fue una ciudad increíble, que siendo heredera de la cultura tolteca cuidó tanto a su población que no tuvo comparación en el mundo prehispánico. Acolmiztli-Nezahualcóyotl, el Rey Poeta, fue su más ilustre gobernante. Se coronó en 1431 y dos años más tarde con el apoyo y la alianza del imperio México-Tenochtitlan se establece de manera definitiva en Texcoco. El reinado de Nezahualcóyotl duró más de cuarenta años y este tlatoani fue uno de los mayores conocedores de las ciencias, las artes y la literatura de su época; de hecho durante su reinado la cultura, las artes, la arquitectura de palacios y templos tuvieron un auge increíble, al grado de que Texcoco adquirió el título de capital cultural en todo el México prehispánico, separándose del pensamiento de los otros pueblos prehispánicos. Texcoco se encontraba en las orillas del lago al oriente de nochtitlan, y era la sede de las amoxcalli más increíbles del mundo prehispánico. Las amoxcali son bibliotecas que tuvieron salones repletos de los códices más antiguos, los más complejos y los más extensos sobre historia, botánica, astronomía y matemáticas. Pero sobre todo, Texcoco se caracterizó por tener una inmensa producción literaria de cantos y poemas, así como la existencia de la biblioteca más grande y nutrida de “amatl”, o libros, que hoy conocemos como códices. Aquellos libros tenían la función de ser una guía que apoyaba la tradición oral, y solo se acudía a los libros para confirmar datos. Uno de los cronistas y soldados más famosos de Hernán Cortés, y reconocidos por sus escritos sobre la historia de la conquista, Bernal Díaz del Castillo, informa su asombro al contemplar los miles de libros de la biblioteca en uno de sus textos más representativos “La verdadera historia de la conquista de la Nueva España”. Básicamente, el rey Nezahualcóyotl fue el impulsor de todas estas iniciativas, al grado de prohibir la embriaguez para asegurar que sus jóvenes más talentosos tuvieran una educación artística de calidad. Su formación intelectual se traducía en una elevada sensibilidad estética y en un gran amor por la naturaleza, que quedaron reflejados no sólo en la arquitectura de la ciudad, sino también en sus manifestaciones poéticas y filosóficas. “Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces, amo el color del jade y el enervante perfume de las flores, pero amo más a mi hermano, el hombre.” En Texcoco había templos gigantes dedicados a deidades, edificios de gobierno y lujosos palacios que alojaban a la nobleza. También hubo jardines botánicos que los mismos españoles compararon con los míticos jardines colgantes de Babilonia. La labor urbanista de Nezahualcóyotl, hizo que Moctezuma Ilhuicamina solicitara la ayuda del rey poeta para embellecer Tenochtitlan, destacando entre aquellas obras la reconstrucción del acueducto de Chapultepec y la remodelación del templo mayor. A la llegada de Hernán Cortés llega, después del asesinato del último rey independiente de Texcoco, la ciudad se convierte en base de operaciones y plataforma para la posterior Conquista de México. Ahí Fray Pedro de Gante funda la primera escuela de cultura en Mesoamérica. Enseña latín, castellano, sastrería, bordado, carpintería y tejido. Texcoco en el siglo XIX se convierte en un importante centro de producción agropecuaria, se designa como la segunda capital del Estado de México, y en la actualidad forma parte de un enorme territorio del Estado. En cuento a lo que alguna vez fuera una ciudad con un esplendor inimaginable, solo queda imaginar lo terrible de la destrucción y la quema del conocimiento que los españoles consideraron como obra del demonio y de las cuales ya no queda rastro alguno. Bernal Díaz del Castillo en sus “Cartas de Relación” con Hernán Cortés narran muchos de estos acontecimientos.