¿Qué pasaría si una mujer de alta alcurnia, una de la realeza de hecho, entra a una pulquería y decide probar el pulque en compañía de las clientes habituales de dicho lugar? Una situación así es narrada por el autor Luciano Pérez en el libro Cuentos fantásticos de la Ciudad de México o aventuras en Mexicópolis, en cuyas páginas describe con lujo de detalle una anécdota de la que poco se ha hablado: el día que el llamado “barrio bravo”, Tepito, recibió la visita de la emperatriz Carlota.
¿Carlota Amalia Leopoldina se paseaba por las calles de Tepito? Al parecer un día decidió visitar sus calles. Se sabe que Tepito llamó su atención por tener algo que otros barrios no tenían en la capital mexicana; este fue la primera escala que decidió hacer -sólo ella y nadie más sabía por qué- y fue a una pulquería. Siguiendo la crónica de Luciano Pérez, la emperatriz fue recibida entre aplausos y gritos eufóricos por las chicas que frecuentaban el lugar, mientras sus damas de compañía estaban algo asustadas y nerviosas. La europea entró en confianza en poco tiempo y se ambientó para pasar un buen rato.
Carlota ya conocía el pulque, pero esa fue mejor razón para que ella decidiera probar una vez más esa bebida tan mexicana mientras se ponía alegre con sus nuevas “comadres”, quienes la alentaban a divertirse, al igual que con los hombres que se encontraban ebrios de pulque y de felicidad por tener a tan bella dama haciéndoles compañía, unos incluso sacaron una guitarra y se pusieron a cantar canciones de amor.
Es muy probable que en ese momento mítico la emperatriz haya abusado del pulque –no en vano se visita un inesperado lugar como Tepito para no volver la ocasión un grato recuerdo– pero lo que parece aún más curioso y de cierta manera histórico, es el hecho de que se haya decidido a probar una bebida endémica que ciertamente se consideraba del “vulgo”; un brebaje prehispánico como el pulque, en aquellos tiempos sólo era consumido por locales hasta que Don Porfirio lo reemplazó por la sofisticada cerveza.
La emperatriz Carlota estuvo en Tepito tomando pulque, y protagonizó una de esas anécdotas que vale la pena conocer por representar un momento exótico en la historia de la cultura popular mexicana.
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