¿Aztecas y samuráis? La peculiar historia de los guerreros japoneses en México

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¿Los aztecas se enfrentaron contra samuráis? Parece un relato de cine épico con algunas versiones plausibles.

 

1491: Nuevas revelaciones de las Américas antes de Colón es un libro de no ficción del autor y escritor científico estadounidense Charles C. Mann donde justo se escribe sobre Américas precolombinas. Este texto fue ganador en 2006 del Premio de Comunicación de las Academias Nacionales al mejor trabajo creativo que ayuda al público a comprender temas de ciencia, ingeniería o medicina.

Pero más allá de lo informativo, el libro ha dejado ver algunos relatos que han resultado extraños. Por ejemplo, Mann afirma que en 1493, Hernán Cortés llevó a un grupo de nahuas a España y que en 1526 los sacerdotes españoles llevaron a otro grupo de “malabaristas y acróbatas” que terminaron mudándose a Roma para adornar la corte del Papa Clemente VII.

 

Les dijeron “malabaristas” porque los indígenas llevaron con ello balones de goma que los europeos nunca habían visto antes… en el libro hay otra afirmación un poco más extraña: los samuráis japoneses ayudaron a proteger los envíos de plata de los salteadores de caminos cerca de Acapulco en el siglo XVII.

Para descubrir el meollo de esta historia, se sabe que los galeones españoles transportaban mercancías y viajeros asiáticos desde Manila hasta el México colonial a través del puerto de Acapulco; durante los siglos en que Filipinas fue colonia de la Nueva España. A la postre, se sabe que miles de inmigrantes asiáticos llegaron a Acapulco y que poco a poco llegaron hasta Baja California y Yucatán.

Desde 1613 se realizaron varias misiones diplomáticas de Japón al Vaticano en Roma, viajando por la Nueva España (llegando a Acapulco y saliendo de Veracruz) y visitando varios puertos de escala en Europa. Aunque el destino final no era México, esta misión se considera el comienzo de las relaciones Japón-México y dirigidos por Hasekura Tsunenaga, acompañado de más de un centenar de cristianos, comerciantes japoneses y veintidós samuráis bajo el shōgun Tokugawa Ieyasu.

 

Aunque en general, los habitantes de diversos pueblos asiáticos (japoneses, coreanos, malayos, filipinos, javaneses, timorenses y personas de Bengala, India, Ceilán, Makassar, Tidore, Terenate y China) que llegaban a la Nueva España se les nombraba “chinos” por igual. De hecho, en 1614 se produjo una pelea en la que un samurái japonés apuñaló a un soldado español en México. Esto fue presenciado y registrado por el historiador Chimalpahin, quien era nieto de un noble azteca y desde esa fecha, no solo la delegación de Tsunega se quedaría y se casaría con los mexicanos locales, sino diversos asiáticos que llegaban a Acapulco en la Nao de China.

Los japoneses que se quedaron en Filipinas, algunos se rebelaron contra sus señores ibéricos, ya que había espadachines japoneses, pero se trataba de una minoría. Lo que hace el historiador Mann, es dar un salto cuando coloca samuráis armados con catanas en Jalisco, defendiendo cargamentos de plata contra esclavos fugitivos convertidos en bandidos. 

 

 

De los inmigrantes japoneses que se quedaron en la Nueva España en el siglo XVII, el historiador francés Thomas Calvo ha escrito que fue un círculo de comerciantes japoneses en Guadalajara que ascendieron en la jerarquía racial de la Nueva España. Luis de Encío, descrito en un documento notarial de 1634 como “de nación japón”, identificando también su nombre como Soemon Fukuchi (sufijo -emon que posiblemente podría indicar un linaje samurái.) Pero se sabe que Encío fue comerciante dedicado al monopolio de coco y mezcal en 1643 y murió en 1666.

Juan de Páez (nacido en Osaka) fue otro japonés que manejó las finanzas de la catedral de la ciudad y fue nombrado padrino de los hijos de varias familias tapatías.

Pero estos hombres formaban parte del séquito que siguió al embajador Hasekura Tsunenaga y por eso es que existen registros históricos y documentos.

 

En la nueva España recibir esclavos “chinos” era un símbolo de alto estatus. Algunos esclavos asiáticos también fueron llevados a Perú, donde había una pequeña comunidad de asiáticos formada por chinos, japoneses, filipinos, malayos y otros.

Ya para el siglo XIX, es conocida la historia de Kingo Nonaka , un médico de combate mexicano durante la Revolución Mexicana y luego se convirtió en el primer fotógrafo documental de Tijuana. Porfirio Díaz contrató a Tasuguro Matsumoto para embellecer la ciudad de México y trajeron de Brasil y Paraguay las jacarandas.