Así era el Mercado de Tlatelolco, el centro comercial de los aztecas

Foto destacada: lifeder

El mercado de Tlatelolco en la época prehispánica fue un hervidero de colores, sabores e intercambios.

 

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Tlatelolco formó parte de la isla que albergó a Tenochtitlan, ubicada en la costa que daba al Lago de Texcoco y fue fundada en 1338. Pero fue hasta 1428 que el mercado de Tenochtitlan llegó a Tlatelolco, dando paso al tianguis más importante del México prehispánico.

El Tlatelolco del pasado no solo fue un tianguis, fue el corazón de un hormiguero multiétnico, un centro de reunión e intercambio cultural al que comerciantes. Los pochtecas o comerciantes provenían de toda la geografía mesoamericana, para vender sus mercancías, comunicar noticias recogidas durante sus largos trayectos y dar información militar.

 

 

Asimismo, los compradores estaban constituidos por clases sociales para intercambiar textiles lujosos, cacao, las hachuelas de cobre y los canutos de oro en polvo. En 1515 Cuauhtémoc fue elegido gobernante de Tlatelolco. A la llegada de los conquistadores españoles, Moctezuma Xocoyotzin gobernaba Tenochtitlan; tras la muerte de éste, los mexicas eligieron a Cuauhtémoc señor de las dos ciudades y combatió contra los hispanos.

Las negociaciones seguían leyes comerciales verificadas por tribunales bajo la creencia compartida en una deidad comercial denominada Yacatecuhtli. Los productos llegaban en canoas con flores y frutos, mantas, huipiles, zarapes, pieles de venado, jaguar o jabalí y las cactil o sandalias exclusivas; así como joyería y ornamentos de jade, lapizlazuli, nácar, oro y plata.

 

 

En el mercado se intercambiaba muchos productos: masa para las tortillas, atole, vainilla, amaranto, semillas de calabaza y chiles; carnes de conejo, venado, iguana, jabalí, mono, ardilla, guajolote, zarigüeya, comadreja, topo, diversas variedades de serpientes, ranas, sapos, gusanos de maguey, hormigas, chapulines, jumiles, parásitos de vegetales, perros xoloxcuintles…

Por supuesto llegaban pescados, camarones, caracoles, salamandras, algas, ostiones, huevas de pescado, tortugas y mosca de agua.

 

 

En el Museo de Antropología hay una increíble maqueta que recrea el Mercado de Tlatelolco: el centro comercial más grande e importante de los aztecas. Pero también fue un sitio para socializar, intercambiar opiniones y enterarse del devenir en otras comunidades vecinas.

Ek Chuah era el dios de los negociantes, de los viajeros mayas y del cacao. Se cree que los comerciantes también iban elegantes, con báculo, abanicos y vestían con ropa lujosa y joyería.

 

 

 

En 1521  a la caída de Tlatelolco, marcó el fin del más importante Imperio mesoamericano. La colaboración de los pueblos hasta entonces sometidos a la hegemonía azteca facilitó la expansión de la empresa conquistadora. Enseguida se muestra la placa que conmemora la caída de Tlatelolco en la explanada de la actual Plaza de las tres Culturas

Hernán Cortés decía del mercado: “Tiene esta ciudad muchas plazas donde hay continuo mercado y trato de comprar y vender. Tiene otra plaza tan grande como dos veces la ciudad de Salamanca, todavía cercada de portales alrededor; donde hay cotidianamente arriba de sesenta mil animas comprando y vendiendo…”.

 

 

Bernal Díaz del Castillo, conoció el sitio y quedó fascinado. Ya que en aquel tiempo el intercambio se hacía por trueque directo cuando se trataba de objetos de gran valor, cambiándolos por cacao, por oro en polvo —en canutos—, o por hachuelas de cobre y ciertos textiles que funcionaban como una especie de moneda.

En el mercado también se practicaba la herbolaria y era legal la compraventa de esclavos. Es el antecedente de la comida preparada tanto para quienes iban a comprar al mercado como para los vendedores; entre los platillos que se podían comprar estaban las tortillas con guisos de frijol o chile, atoles, tamales y tlacoyos rellenos de frijol o de haba.

 

 

Sobre todo, que el mercado de Tlatelolco siempre fue un lugar ordenado gracias a los gobernantes, que cuidaban que todos los puestos estuvieran en su lugar, limpios y que se mantuviera la paz en todo momento. Una tarea nada fácil, ya que se cree que el mercado recibía a unas 60 mil personas todos los días.

Este mercado es el inicio de nuestra forma actual de comercializar alimentos; algunos autores dicen que el Mercado de Tlatelolco fue el antecedente del mercado más grande del mundo, y del que depende la alimentación de los que vivimos en la CDMX: la Central de Abasto.