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El Profeta del Nopal, Rockdrigo González, y la historia de su estátua en Metro Balderas.
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El Bob Dylan mexicano, el mero mero sacerdote rupestre, guía espiritual en el caos citadino, escritor de la leyenda de los charros cibernéticos y los zarapes de neón; el Hurbanistórico (sic), el ídolo supremo de los amantes del rock urbano, el poeta de los filósofos que estudian una licenciatura y de los (quizá verdaderos) filósofos que sienten aversión auténtica por los libros… aquel que no tuvo tiempo de cambiar su vida, porque una máquina lo había convertido en una sombra borrosa, murió a los 35 años de un pasón de cemento…
Murió debajo de un bloque de cemento producto del temblor de 1985.
Pero eso no lo mató ni de lejos. Y el gran chiste, digno de un gran escritor, le quitó ese halo de romanticismo… del mismo romanticismo con el que describí a Rockdrigo y que se encuentra en muchos de los textos que hablan sobre RG.
¿Quién fue Rockdrigo González?
Para los que más saben del tema, les llega a la mente el nombre de Rodrigo Eduardo González Guzmán, a.k.a. Rockdrigo González. Ese personaje a que Alfredo González Casanova, un escultor de Jalisco, que hizo esa estatua que hemos visto en el metro Balderas con gafa oscuro y guitarra… como un homenaje a los cantantes del metro, y al que quizá faltó la weed en la boca y una cajetilla de cigarros en el bolsa…
Esa estatua que se encuentra en la Estación del Metro Balderas desde el 19 de septiembre de 2011, fue colocada por el 26 aniversario luctuoso de Rockdrigo G. La ubicación es un homenaje a una de sus rolas más emblemáticas, quizá no la mejor, sin duda la más conocida.
Dicen los que saben de Rockdrigo, los biógrafos (no) autorizados, que llegó a la Ciudad de México a finales de los años 70 con nada más que su guitarra, el amor por Tamaulipas, la música huasteca, la mota, la poesía ñera y la armónica.
Tocaba covers que él mismo traducía del inglés, pero como le salían chidas las rolas propias, se aventó a crear lo suyo: la crónica urbana al estilo de Chava Flores con un toque de la poesía de Dylan, la voz rasposa de Tom Waits, el estilo humorístico de Rigo Tovar y Chicoché mezclado con un raro parecido al vocalista de Zoé, que no sé cómo se llama -ni quiero saber.
Rockdrigo grabó solo un cassette, con los ahorros que le sobraban de las monedas que sacaba de tocar en los camiones, o algo con un presupuesto similar, en donde escribe, compone, toca la armónica, percusiones, un pandero, coros… y donde se nota que lo más costoso es el procesador de voz que básicamente es un reverb que simula bastante bien que Rockdrigo “canta”.
Pero todo eso que le que falta de producción a dicho Cassette -en cuanto a calidad de audio- le sobra en talento y lírica. Es algo muy peculiar que no tuvo nadie de la época, quizá el TRI pero le costó mucho más trabajo y bueno, Alex Lora sigue vivo y quizá le quitará el trono a Chabelo… espero descubrir el desenlace.
Como sea, ese mismo cassette, Hurbanistorias (así, con la H al principio en lugar de UrbanHistorias con H intermedia, porque, quizá no quería ser inconsistente con el trip rupestre), lo vendía él mismo a un pequeño público que lo escuchaba atento en quién sabe dónde. Su muerte trajo muchas reediciones de esa única grabación, y con ello Lados-B que salieron, también, de no se sabe donde.
Rockdrigo también incursionó en el teatro y en la literatura, de hecho escribió el Manifiesto rupestre –con menos suerte que con el cassette. Estudió unos semestres de psicología en la Universidad Veracruzana que le concedió algunas palabras románticas de José Agustín, el escritor.
Tocó en una vez en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Trabajó con Javier Bátiz, Nina Galindo, Rafael Catana, Eblén Macari, Roberto Ponce, Roberto González, Fausto Arrellín y Alain Derbez y una largar lista de personalidades de la época…
Dicen, los biógrafos que alientan la leyenda, que justo en 1984, todo iba bien en la vida de Rock G: aparecía en TV, periódicos, revistas, daba conciertos solo o con su banda Quál… dicen que El Tri hizo una versión de su canción Metro Balderas (en la que, según Rockdrigo, Álex Lora quitó la referencia a Sigmund Freud para hacerla más comercial) Justo, dicen, que en septiembre de 1985, Rockdrigo entabló una negociación con el productor José Xavier “Pepe” Návar, de la compañía discográfica WEA, para grabar un disco profesional… pero justo en el límite de toda la popularidad, le ganó el cemento.
Rockdrigo y Françoise Bardinet, su pareja, profesora de francés quedaron bajo los escombros del departamento de la calle Bruselas 8, en la colonia Juárez. El 19 de Septiembre de 2011 se develó la estatua en honor al Profeta del nopal y ahí seguirá durante muchos años.