La historia de la excepcional urna maya que por fin fue recuperada

Esta urna maya tenía su hermana perdida en Chiapas.

 

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En la jungla de Chiapas y Yucatán e se encuentran los restos de antiguas ciudades mayas que muchos llaman el “Egipto de las Américas”. Estas ruinas son impresionantes y brindan una comprensión más profunda de la historia de nuestro país.

El misterioso del pasado aún es visible en las asombrosas ruinas antiguas pero en fechas recientes se ha desvelado la herencia de una urna que estuvo desaparecida, hasta ahora.

 

 

Se trata de una urna que los mayas usaban para hacer rituales en Chiapas, y será traída de regreso al país después de 50 años. Es un cilindro de cerámica que fue encontrado en 1969 en esa zona por el profesor Marvin Vann, llevada a Estados Unidos y donada en 2003 al Albion College de Michigan, donde ha permanecido hasta ahora.

En San Cristóbal de las Casas estaba su “gemela”, una versión idéntica que “fue hecha con la misma arcilla y, probablemente, por el mismo artesano”, según el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Josuhé Lozada, que participó en las negociaciones para el regreso de la pieza al país latinoamericano.

 

 

Desde 2009 comenzaron las negociaciones para que la pieza fuera devuelta, y fue Joel Palka, profesor experto en arte maya, quien había descubierto que la urna estaba en esos archivos y que en Chiapas existía una idéntica creada entre el año 900 y el 1600. Tras realizar varios análisis químicos, los investigadores constataron que la urna era original, prehispánica y realizada con el mismo material que la que se encontraba a más de 4.000 kilómetros, en el Museo de los Altos.

La escultura en cuestión llegará a México desde Michigan “en cuestión de días”, según calcula Lozada, mientras en la institución estadounidense permanecerán fotografías, documentos y reproducciones de objetos que pertenecieron al profesor Marvin Vann.

 

 

La figura que regresará a México permitirá conocer más sobre un periodo poco conocido de los mayas. Representa a un dios ligado al comercio y al inframundo y fue construida en arcilla en la zona de la Laguna Pethá hace más de 400 años.

En la parte superior de la escultura, donde se encuentra la cabeza, los mayas encendían copal, una resina aromática, e “iniciaban la comunicación con la deidad”.

“Podemos imaginarnos una cueva oscura y de pronto entrar y ver una deidad con humo. Debió de ser un ambiente muy ceremonial”, precisa el experto.

 

 

Asimismo, México recupera 280 piezas prehispánicas que estaban en Estados Unidos. “Pero la historia no acaba allí”, advierte Lozada: “Hay una tercera pieza”. Se trata de una representación de la diosa de la Luna que está en Cancún (Quintana Roo) y que los investigadores consideran que fue hecha con el mismo material que las otras dos, aunque no es idéntica.

“Nuestro deseo es reunir las tres”, indica el arqueólogo. El experto considera que el traslado que hizo el profesor Marvin Vann de Chiapas a Michigan fue “una tarea de conservación del patrimonio” y no un expolio. Lozada argumenta que cuando la pieza salió del país aún no estaba vigente la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos de 1972, que determina que piezas como la urna no pueden salir del territorio sin autorización del INAH.

 

 

El investigador cree que la restitución de la pieza “puede ser un ejemplo para otras naciones” —ya que unas 9.000 piezas de arte prehispánico se encuentran distribuidas en museos de Europa y Estados Unidos.

Hoy en día, México impulsa una cruzada para recuperar el patrimonio histórico que se encuentra distribuido por el mundo. Y esperamos que sea fructífera en los años venideros.

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