Algunas noches, la misteriosa armonía de un violín suena desde el palco 33 del recinto.
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De todos los músicos que han pisado el escenario del teatro principal del apabullante Palacio de Bellas Artes destaca uno, particularmente porque no suele ofrecer conciertos a masas ni desde la emblemática tarima… su armonía insignia es el violín, y acostumbra tocarlo por las noches y desde un palco en específico. Se trata del Fantasma del Palco 33, un personaje icónico que desde hace ya varias décadas se ha dedicado a embelesar (o atemorizar) a los trabajadores que se ven obligados a pernoctar dentro del esplendoroso inmueble. Sus canciones están llenas de misterio, y es que se presenta entre las sombras del recinto pocos minutos después de que el reloj da las 12. La historia podría definirse como una leyenda, pero lo cierto es que varios empleados, músicos, bailarines y hasta directores de orquesta han dado fe de que hay un violinista invisible que en ocasiones decide tocar canciones desde el palco 33. Hay distintas versiones que le otorgan una identidad al fantasma. Quizás la más popular cuenta que aquel violinista era, en realidad, un director, que tenía la categórica costumbre de subir al palco 33 para dirigir a su orquesta. Decía que de esta manera podía escuchar la música de la misma manera que lo haría el público. Cuando algún miembro de la agrupación erraba, tocaba fuertemente y sin armonía su violín, a manera de regaño. Aquel hombre, tras una impresionante presentación en el teatro, tuvo un infarto detrás del escenario. Por este motivo, los que han escuchado al violinista fantasma aseguran que se trata de este famoso director. También, cabe mencionar que existe una superstición alrededor de la famosa leyenda. Supuestamente, si al fantasma le gusta el director en turno, le dedicará una bella y entonada canción la noche del primer ensayo y éste jamás tendrá que volver a escucharlo. Pero si el fantasma no gusta de la labor del director y cree pertinente reemplazarlo, comenzará a tocar el violín de manera violenta y desafinada cada vez que el director se pasee por el escenario del teatro. Hay un testigo especial que ha escuchado en diversas ocasiones la música del Fantasma del Palco 33. Rafael García entró a trabajar al Palacio de Bellas Artes en 1932 como técnico, dos años antes de que el inmueble se inaugurara de manera oficial. Todavía hasta hace pocos años, Rafael continuaba con sus labores dentro del teatro, a sus 90 años de edad. El trabajador asevera no creer en fantasmas. Su teoría es que la música que sale del palco son en realidad vibraciones que se quedan atrapadas en las paredes, por los múltiples ensayos que tienen lugar en el escenario del teatro principal del Palacio. Sin embargo, los directores y músicos que han oído al violinista fantasma, dicen que la armonía es muy nítida. Y si la teoría de Rafael fuese cierta, se escucharían otros instrumentos además del violín. Solo los que trasnochan dentro de esta magnífica edificación pueden jactarse de haber sido público de los conciertos de este misterioso violinista, que desde hace décadas aparece, de manera no oficial, en la cartelera del teatro. Se desconoce hasta cuándo terminará su peculiar temporada…