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De cuando había una Librería de Cristal en la Alameda Central

En 1946, The New York Times calificó a esta librería como la más extraordinaria del mundo.

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Como parte del plan maestro de Porfirio Díaz para embellecer y “afrancesar” las obras arquitectónicas que adornaban la ciudad, se pensó en renovar el afamado Teatro Nacional, actualmente conocido como el Palacio de Bellas Artes. Fue a principios del siglo pasado cuando dio inicio el levantamiento de esta apabullante construcción, diseño que corrió a cargo del arquitecto oriundo de Italia, Adamo Boari. Si algo destaca de este magnífico palacio, son los detalles que se desdoblan no solo en su hermosa fachada, sino también en su interior y exterior. Y es que el italiano optó por sumarle a su edificación otros elementos que le brindaran más elegancia e identidad. Esculturas, murales, vitrales y butacas formaron parte de este cometido. Pero hay un elemento más que muchos han ya olvidado, y se trata de la pérgola que pretendía unir la esencia de la Alameda Central y el nuevo Teatro Nacional. Una pérgola es una estructura que consiste en dos filas de columnas, con un techo encima que da cabida a un pasillo. Ésta se erigió detrás de la estatua de Beethoven, y pretendía fungir como un foro al aire libre que expusiera obras artísticas. Nadie hubiera adivinado que esta ondulada construcción se convertiría en la librería más fascinante del mundo en aquella época. libreria libreria Para la década de los años 30, el espacio funcionaba como uno de descanso. Asimismo, se empleaba comercio informal bajo su techo. Los capitalinos solían frecuentar su sombra para leer, descansar o encontrarse con amistades. Durante los años de la Guerra Civil Española, nuestro país se convirtió en refugio para varios exiliados. Uno de ellos, de nombre Rafael Giménez Siles, llegó a México con el objetivo de crear una librería que vendiera exclusivamente libros de autores iberoamericanos. Le presentó la ideal al entonces presidente Lázaro Cárdenas, quien lo apoyó para crear la Editora Iberoamericana de Publicaciones S.A. en 1940. Fue así como se pensó en utilizar la pérgola existente y transformarla en una librería. El proyecto concebía la creación de un piso más y la cobertura de la estructura con piezas de cristal. La Librería de Cristal, que corrió a cargo del arquitecto español Arturo Sáenz, abrió sus puertas en 1941. libreria libreria Naturalmente, su belleza la volvió un ícono citadino de la cultura. Contaba con bocinas, que hacían llegar la música hasta los rincones de la Alameda. Estaba dividida en cuatro secciones: librería general, libros técnicos, libros infantiles y libros económicos. Cabe mencionar, que en el segundo piso se organizaban conferencias, y la primera fue del escritor Alfonso Reyes. También había un pequeño café, en que siempre se hacían tertulias literarias, a las que eran asiduos personajes como José Vasconcelos, Juan José Arreola y Salvador Novo. Lamentablemente, la librería sufrió deterioro y eliminación de secciones ante los trabajos de transporte público y drenaje. Acabó por ser demolida en 1973, pese a la pelea y defensa que empleó Martín Luis Guzmán. Ciertamente, varios intelectuales y empedernidos de la literatura, denunciaron este acto como “un atentado contra la cultura”. Por fortuna quedan fotografías y testimonios que hablan de la belleza que se desenvolvía por cada rincón de la Librería de Cristal: un sitio plausible, un ícono de la ciudad y el proyecto cultural más olvidado del siglo XX. Conviene enterarse de esta clase de obras para apreciar que es posible hacer converger la arquitectura, las letras, el turismo y la cotidianeidad en un solo lugar, y en este caso, en una sola pérgola literata. libreria Fuente e imágenes: El Universal.