Huipil: el vestido adornado más tradicional y hermoso de la antigüedad

*Foto de portada: Atlas of Beauty

El huipil reflejaba la condición socio-política de una clase en la antigüedad.

La palabra huipil proviene del vocablo náhuatl “Huipilli” que significa “mi tapado”. En algunos idiomas mayas se conoce como “po’t” y todavía cerca del año 500 d.n.e., los huipiles se usaban en ceremonias socio-religiosas, y más tarde se usaron en todas las ramas de la sociedad. Algunos descubrimientos arqueológicos han encontrado figuras de cerámica maya con mujeres vestidas con huipiles que pertenecían a la elite. Ya que antes las mujeres no utilizaban nada para cubrir su pecho, el huipil se hizo de uso común como blusa para poder esconder las partes del cuerpo que los españoles consideraban vergonzoso. Se producían de algodón y utilizaban el telar de cintura para realizar las piezas que unidas formarían el huipil. También se utiliza lana y a veces se mezclaban las dos fibras. Para 1563 el huipil evolucionó con la introducción del telar de pedales, el tejido de brocado, ya que se mejoraron las técnicas de tapiz soumak o tejido confeccionado. Aunque muchos huipiles parecen hechos a mano, en realidad están hechos con la técnica del brocado y el bordado a mano solo se utiliza para rematar el cuello y bocamangas. El huipil se empezó a utilizar con regularidad a partir del siglo XVI, con la característica de que pueblo la realizó de acuerdo con su cultura, implementando materiales económicos y una silueta muy fácil de confeccionar. Se bordaban con los hilos teñidos y utilizaban diferentes materiales para darle más diseño como pelo de animal, generalmente de conejo, y plumas de pato. Como en la antigüedad, las niñas comienzan a aprender a tejer y bordar para poder confeccionar sus propias prendas y también para poder crear artesanías locales de cada estado. Una diferencia radical, es que en el pasado se solían usar en todo momento ya que eran parte de la vida diaria; mientras que hoy se utilizan en ocasiones especiales. Para la boda había un Huipil especial y esa prenda al momento de morir era la que vestía al cuerpo para enterrarlo. Las mujeres casadas deben utilizar un Huipil con flores abiertas para hacer notar que es casada. Si es una jovencita virgen debe utilizarse con flores cerradas. En México se usa en cada rincón del país, como en Puebla, Querétaro, y lugares de la Huasteca. Pero como se dice que el huipil es de origen Maya, la Península de Yucatán lo adoptó como traje típico, que en su forma más elaborada tiene tres partes: jubón, fustán y el propio hipil como se le conoce en la zona de México. El atuendo puede llegar a las rodillas o a los pies, aunque hoy en día ya no se entretejen plumas de pato o bordándolo con pelo de conejo para adornarlo. Hoy en día se utilizan telas sintéticas, para antes, para darle color a los tejidos se usaba la cochinilla, tinte de conchas marinas, añil de corteza de ciertos árboles, como el campeche, moral, marañón, algodón y el “cuyuxcate” el cual era de café natural. Estas preciosas prendas se usaban para reflejar y distinguir la identidad de la etnia y la posición socio económica, en ellos se bordan cerros, volcanes, surcos de la madre tierra, del sol, la luna, las estrellas. Hoy en día, se usan para preservar una tradición y un traje típico que es precioso. Las mujeres que tejen en telar de cintura usan el sistema de “pepenado” para trazar los diseños, el cual es de ir levantando con una aguja de hueso o con los dedos un humero de hilos para ir intercalando hilos de colores e ir formando las figuras. En San Juan Sacatepéquez se bordan y tejen una gran variedad de huipiles, el más común le llaman kapo’jpo’t, estos pueden ser lisos o brocados (diseños con tejidos de seda), y los diseños son zoomorfos (figuras de animales), como gallos, pavos, palomas, águilas, venados, armadillos, gallinas, estrellas o rosas. Actualmente, el uso del huipil es motivo de orgullo para muchos habitantes de la península yucateca, algunas mujeres lo usan diariamente, otras lo visten de manera ocasional y también hay quienes, aunque no lo portan, les agrada ver cómo luce, de cualquier manera, forma parte de nuestra historia y tradición, por lo que es uno de los elementos que evocan la fusión de las culturas que le dieron origen y que manifiesta su identidad.