Foto destacada: Archello
Este Museo nunca se llevó a cabo, pero es un proyecto que desea mantenerse con vida.
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El Museo Nuevo Tamayo estaba pensando para ser construido en una ladera de Atizapán de Zaragoza, y un núcleo de educación, arte y cultura a nivel local, regional e internacional.
Por supuesto, lleva el nombre del gran Rufino Tamayo, que este está cumpliendo su aniversario luctuoso número 40, y tanto en la CDMX como en su natal Oaxaca, estará siendo homenajeado. En Mx, quisimos hacerle también un pequeño homenaje, rememorando la historia, con fotos, de la proyección de este alucinante museo.
La cruz del Tamayo
Han pasado más de 10 de años de que un impresionante museo iba a ser construido en el Estado de México, en una colaboración entre Bjarke Ingels y Michel Rojkind. De hecho, pudo ser un referente de la mayor infraestructura cultural en la entidad mexiquense y en México, pero está lejos de resultar.
Se cree que el ayuntamiento que encabezaba el panista Gonzalo Alarcón en 2008 dio largas a la entrega del terreno de 10 mil metros cuadrados donde se edificaría este inmueble, pero al final no cedió el lote. Años después, la Procuraduría General de la República ejerció acción penal y del ex tesorero, Alberto Torres Almeida y al ex secretario municipal Wilfrido Torres González, por los delitos de fraude, peculado y ejercicio indebido del servicio público, por más de 50 millones de pesos; del cuál salió absuelto.
Rojkind, al conocer la negativa del ayuntamiento, señaló que Atizapán ya no tendría la oportunidad de tener este inmueble, y que el Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA) buscaría otro sitio para realizarlo. Pero a pesar del intentó de presión, lo cierto es que no existía otro lugar. A pesar de los años, la web rojkindarquitectos mantiene al Museo Tamayo Extensión Atizapán como proyecto y su estado sigue en propuesta…
“Como siempre se empieza con mucha prisa, dos o tres semanas para hacerlo. Nosotros estábamos en Copenhague y Michel (Rojkind) y su gente en México. Teníamos prácticamente una colaboración de 24 horas y ganamos el concurso, pero después hubo elecciones y el nuevo alcalde de Atizapán (qué entró en funciones en 2009) no quería dar el terreno para el proyecto, que ha estado trabado hasta ahora”, señaló el arquitecto danés en entrevista para Obras en aquel momento.
“Creo que el patronato de la Fundación Tamayo quiere regresar a los planes del Nuevo Museo Tamayo en 2012″, dijo Ingels, durante una visita que realizó a la Ciudad de México.
En teoría, existen varias posibilidades para retomar el proyecto: una sería seguir adelante con lo planeado y otra sería que se construyera el mismo proyecto, pero en un lugar diferente. “Creo que ambas son posibles. Incluso una tercera podría ser que Michel y yo trabajáramos en algo nuevo para una nueva ubicación”, explicó.
Bjarke Ingels precisó que aún no “ha platicado nada en específico” con Michael Rojkind, sobre el tema. Asimismo, destacó que “realmente” le gusta el proyecto actual, “porque la cruz es normalmente sólo un símbolo que únicamente es observado, pero aquí se convierte en un lugar público que ofrece vistas del Valle de Atizapán”.
¿Cómo iba a ser el Nuevo Tamayo?
El Nuevo Tamayo está pensado para tener una forma muy fuerte y simbólica de la cruz, una interpretación directa de los estudios preliminares del programa del cliente que definieron la funcionalidad óptima del museo.
El concepto principal del museo es el de una “Caja Abierta”, es decir que se despliega, abre e invita a los visitantes a entrar. El empaque, la restauración y el almacenamiento servirán como espacios culturales adicionales para que los visitantes comprendan las etapas por las que atraviesa una obra de arte para llegar a su destino específico.
Crear un museo en forma de cruz fue idea Rojkind Arquitectos, encargados de renovar la Cineteca Nacional, el Mercado Roma y darle vida al Museo del chocolate entre muchos otros grandes proyectos; quienes pensaron en el nuevo Tamayo en forma de cruz para definir la funcionalidad del sitio y aprovechar el museo como un mirador debido al terreno empinado, en donde los espacios exteriores e interiores proporcionaran una increíble sensación de estar en otro mundo.
La idea arquitectónica era crear un “espacio de arte contemporáneo para ser más importantes que el arte mismo”. Además, su intención fue comprender la topografía de lugar, y equilibrar la forma, la función y el impacto visual de la ladera de Atizapán.
Esta obra no solo iba a ser un recinto cultural, sino un edificio que se mezclara en el entorno transformándose en un símbolo poderoso, controvertido, pero ideal para albergar este nuevo espacio.
La fachada se pensó para tener una sombra de ladrillo permeable que reduciría la necesidad de aire acondicionado y pensada para crear un precioso juego de luces y mucha ventilación natural con un diseño modesto pero inteligente y sostenible. Asimismo, el espacio de las salas de exhibición se pensó para los artistas, cono estructuras toscas, grandes luces y techos altos para brindar mucha libertad de expresión.