La historia de los cacahuates japoneses: de la Merced para el mundo

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Los cacahuates japoneses son tan exquisitos como su historia.

 

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En México se producen más de 30 mil toneladas de cacahuates japonés, es de las botanas más populares del país y son, básicamente, cacahuetes recubiertos de harina de trigo tostada y salsa de soja. Aunque llevan el nombre de “japonés”, no es originario del país Nipón; aunque sí lo creo un inmigrante que llegó a México en el siglo XX.

Los cacahuates fueron inventados por Yoshigei Nakatani, un inmigrante japonés que vivía en la Ciudad de México, algunos dicen en los años 30. Lo que sí se sabe es que Nakatani había trabajado en una fábrica de dulces en la prefectura de Hyogo antes de mudarse a Manzanillo cuando tenía 22 años. Trabajó para el dueño de una tienda llamado Heijiro Kato.

 

 

En México, Nakatani se enamoró de una mexicana, Emma Ávila; pero las peripecias históricas de la Segunda Guerra Mundial, hizo que varios negocios japoneses cerraran, dejando a Nakatani sin trabajo así que se mudó a la CDMX, donde comenzó a hacer dulces hasta que pudo abrir una tienda en el Mercado La Merced.

Hizo dulces mexicanos tradicionales: los famosos muéganos. Los dulces se vendieron y luego incorporaron una versión más larga del dulce de trigo frito sazonado con sal llamado “oranda”. También fue un gran éxito entre la gente de su vecindario.

 

 

 

Yoshigei Nakatani intentó hacer un bocadillo con cacahuates que comía de pequeño en Japón. Aquel dulce tenía harina de arroz y salsa de soja, pero como era difícil encontrar todos los ingredientes en México, adaptó la receta y comenzó a prepararla con harina de trigo.

Así que incorporó una técnica japonesa de la prefectura de Hyogo, para recubrir un maní crujiente, salado y con sabor a salsa de soya, y se volvieron un hit. Al igual que el muégano y la oranda, la botana de cacahuate se hizo muy popular entre sus clientes en las confiterías aledañas al mercado de La Merced.

 

 

Pronto, los pedidos de maní aumentaron tanto que la pareja tuvo que aumentar la producción utilizando pequeñas máquinas caseras hechas por herreros locales.  Así que nakatanis tuvieron un negocio familiar ayudados de cinco niños que fabricaban, empacaban y comercializan el producto; y más tarde incluyeron cacahuates con chamoy.

Así que todos los días producían muéganos, otro día orandas y otro día cacahuates. Los clientes hacían fila… El negocio se extendió hasta Carretones, donde se hacían solo cacahuates. Toda la familia formaba parte del negocio. En la década de 1950, Yoshigei Nakatani le dio a su pequeña empresa el nombre de Nipon, en honor a su país natal.

 

 

Cuando se ponían los cacahuates en bolsas de celofán impresas, Nakatani le pidió a su hija, Elvia, que dibujara una pequeña geisha para identificar el producto y ese dibujo se convirtió en el logotipo de la empresa. En 1960, el negocio les permitió dejar el barrio de La Merced y pudieron mudarse a un departamento.

En la década de los 70, Nipon se expandió y pudieron industrializar la producción cacahuates y se mudaron a una planta industrial, En la década de 1980 el país se vio afectado por una severa crisis económica competencia desleal, pero en 2017 la marca fue adquirida por el conglomerado de alimentos La Costeña, lo que llevó a la fundación de una nueva empresa familiar conocida como Dulces Komiru.

 

 

Yoshigei regresó a su ciudad natal en 1970. Aunque nunca volvió a ver a su madre, pudo visitar su tumba habiendo cumplido su palabra. Yoshigei Nakatani murió el 9 de septiembre de 1992. Emma murió dos años después.

A estos personajes les debemos la invención del cacahuate japonés; sin duda el gran regalo de Nakatani a la cultura popular mexicana.