El Corcito, un pintor rebelde que retrató a México con humor e ironía (FOTOS)

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Antonio Ruiz, El Corcito es uno de los pintores mexicanos menos reconocidos pero más lúdicos y humoristas del siglo XX.

 

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Antonio M. Ruiz es mejor conocido como “El Corcito”, un apodo de su infancia debido a su gran parecido físico con un torero español, que fue pintor y escenógrafo y diseñador. Nació el 2 de septiembre de 1895 en Texcoco, y en realidad fue un gran artista multidisciplinario, aunque también un rebelde.

Pero su estilo se caracterizó por formas elementales del arte primitivo mexicano, una pintura irónica más que infantil, llena de matices políticos y no politizados, con un lenguaje ajeno a la tradicional concepción académica de San Carlos, y del arte de su tiempo. El Corzo, como muchos artistas de su tiempo, fue amigo de los grandes muralistas, así como de Miguel Covarrubias y Gabriel Fernández Ledesma.

 

 

 

​Pero en 1925 viajó a Hollywood donde aprendió técnicas de decoración de sets cinematográficos. Así que realizó trabajos de decoraciones murales para la industria Cinematográfica, diseñó escenografías para cine y producciones para teatro, así como decorados y los vestuarios de la compañía de danza de Ana Sokolov.

Se negó a las exposiciones rimbombantes y a todo tipo de maniobra publicitaria y no quiso deshacerse de sus obras; según Juan O’Gorman, sólo vendió un cuadro al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Pero en realidad es un grande y poco conocido en el mundo del arte.

 

 

Sus composiciones pictóricas se caracterizan por ser irónicas. En su temática destacan las escenas de la vida cotidiana. pesar Se dice que fue un pintor muy lento y que a veces solo produjo tres o cuatro pinturas al año. También pasó mucho tiempo trabajando con el surrealismo, como se muestra en sus pinturas El Sueño de Malinche y El Orador.

Estaba muy preocupado por el detalle y tenía un estilo muy específico para sus pinturas. Sus obras no tenían un tono sombrío, y comúnmente impregnaba de humor sus pinturas.​ A diferencia de los muralistas de su tiempo, Ruiz creó pinturas de formato pequeño, aunque en un punto de su carrera creó seis murales transportables.

 

 

 

El sueño de la Malinche, es su más reconocida. Es una obra creada en 1939. En la pintura, La Malinche duerme en una cama moderna, con una pared agrietada detrás de ella y una manta dibujada a su alrededor. En la manta yace un paisaje mexicano con un templo religioso colonial en el punto más alto y áreas residenciales extendiéndose sobre los cerros. Edward Lucie-Smith señaló, sobre la implicación de esta pintura que “El pasado indio de México aún dormita debajo de las trampas del presente europeo.”