Mira el cortometraje de Día de Muertos creado por Charles y Ray Eames en 1957

El Día de los Muertos es un fascinante día de fiesta, es una ofrenda que representa la manera en que la gente, a lo largo de los siglos, ha llegado a un acuerdo con la mortalidad. 

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En el Valle de México se creía fielmente en la existencia de un equilibrio entre la vida y la muerte. Una armonía que funcionaba sólo si una podía entenderse como la otra. Dicho de otra forma, se aceptaba a la muerte tanto como a la vida sin temor. De ahí que muchas de las ceremonias precolombinas respetaran con cierta notoriedad a la muerte: los sacrificios humanos, por ejemplo, resultaban un honor para aquellos sacrificados, pues su sangre se derramaba en agradecimiento a los dioses (además morir no representaba el final de sus tiempos, sino una transición al siguiente paso).

El culto a la muerte es una de las pocas ceremonias sagradas que aún se conserva autóctona en México. A pesar de la influencia celta de Halloween, el 1 y 2 de noviembre siguen siendo más que una fiesta de disfraces; se trata de una ceremonia sagrada, en la que los vivos reciben a sus muertos queridos con hermosas ofrendas folclóricas en donde cada elemento juega un papel metafórico.

Charles y Ray Eames, la pareja de arquitecto y diseñadora/pintora/cineasta -famosos por sus diseños industriales-, decidieron en 1957 crear una especie de cortometraje-documental para The Museum of International Folk Art, en Nuevo Mexico. En él, y a manera de umbral étnico y artístico, le muestran al mundo un poco de lo que se acostumbra crear, simbolizar y adorar en México durante estas épocas. Nos dice el narrador en el cortometraje:

A través de sus flores de cempasúchil, sus calaveras de azúcar, El Día de los Muertos es un fascinante día de fiesta, es una ofrenda que representa la manera en que la gente, a lo largo de los siglos, ha llegado a un acuerdo con la mortalidad. 


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