Foto destacada: Aihall
Esta rara película japonesa se inspiró en el realismo mágico de novela de Gabriel García Márquez.
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En 1972 se publicó la primera edición japonesa de Cien años de soledad; fue traducida por Tadashi Tsuzumi y publicada por primera vez por la editorial Shinchosha que en para los años 80 se especializó en publicar manga –y no hicieron Cien años de soledad en ese formato, lamentablemente.
En aquella época, los editores imprimieron 4.000 copias. Después de que García Márquez ganó el premio Nobel de Literatura en 1982, el libro se convirtió en lectura obligada en las facultades y hoy se puede encontrar en cualquier biblioteca pública de Japón.
Así que después de esas 4.000 primeras impresiones, llegaron al país del sol naciente 96 ediciones sucesivas, con 275.000 copias impresas en 2006. Un portavoz de la editorial describió la producción como “sobresaliente”, considerando la falta general de entusiasmo de los lectores japoneses por la literatura extranjera.
Esto hizo que Cien años de soledad se insertara en la cultura japonesa y que dramaturgos, productores de cine y escritores le hayan dedicado su obra original a la obra principal de García Márquez, que algunos han descrito como una epifanía.
Saraba Hakobune
Pero de todas las adaptaciones, Shûji Terayama adaptó Cien años de soledad después de que fue aceptada la producción en 1981. El lugar elegido fue Okinawa y la salud de Terayama estaba tan mal que dirigió gran parte de la película desde una tumbona. La cinta que hizo fue la más novedosa y salió en cines en 1982.
La cinta fue llamada ‘Saraba Hakobune’, donde el trabajo del escritor colombiano ha llegado a cada rincón de la Tierra y también influyó en el trabajo de Terayama, quien atravesó por varios obstáculos para lograr realizar la adaptación cinematográfica, poco antes de que García Márquez recibiera el Premio Nobel de Literatura.
La película muestra el gran respeto del autor japonés por de la novela de García Márquez, así como la obra del escritor Natsuki Ikezawa, que ha dicho que sin García Márquez nunca le habría prestado atención a la literatura latinoamericana, y que sin Cien años de soledad no habría escrito su propia novela, El incidente de Navidad: la caída de Matías Guili; una novela ambientada en una isla ficticia del Pacífico llamada Navidad, que, como el pueblo de Macondo en Cien años de soledad , es un universo en sí mismo, con alegorías que intentan explicar el Japón moderno.
Pero, de nuevo, la relación más García Márquez la del poeta, cineasta y director de teatro Shuji Terayama fue la más curiosa. Ya que Teraya fue un escritor experimental. Aunque no sigue al pie de la letra la obra cumbre de Gabriel García Márquez, sí hay detalles calcados como el cinturón de castidad de Úrsula Iguarán, las peleas de gallos, el fantasma de Prudencio Aguilar atormentando a José Arcadio, los gitanos y los circos, los relojes musicales, entre otros.
La película fue reeditada y proyectada en el Festival de Cannes en 1985 como obra póstuma de Terayama, con el título Saraba no Hakobune, o Adiós al Arca. El Macondo de Terayama se impregna de la cultura popular japonesa al representar situaciones como la desaparición de todos los relojes del pueblo, notas pegadas en objetos para identificarlos o una mujer castigada con un cinturón de castidad con forma de cangrejo.
Asimismo, García Márquez visitó Japón en octubre de 1990 como invitado de la Fundación Japón para inaugurar el Festival de Cine Latinoamericano, donde conoció al director de cine japonés Akira Kurosawa para ultimar detalles de una película basada en su novela, El otoño del patriarca.
Saraba Hakobune es una película rara, como muchas otras películas japonesas, que no son fáciles de encontrar pero que reflejan el realismo mágico que caracterizó la obra de García Márquez. La película se estrenó en 1984 cuando Terayama ya había fallecido, pues su difusión no era tan sencilla: debieron negociar los derechos y retirar el título de ‘Cien años de soledad’ (y cualquier otra referencia obvia) de los créditos, aunque después se volvió a añadir.
Hoy en día, se dice que Gabriel García Marqués dejó un profundo legado en la literatura y el cine japonés, presente en las películas de animación del Estudio Ghibli, que sumergen al espectador en una realidad tan palpable que lo inducen a aceptar sin cuestionamientos hechos extravagantes o inverosímiles y en las obras de Haruki Murakami.
La película es una rareza enmarcado en la escena independiente teatral japonesa de posguerra. La película ganó el premio a Mejor Director y Mejor Fotografía en el Festival de Cine Fantástico de Sitges. Por cierto, el autor de la cinta murió de nefritis el 5 de mayo de 1983 sin haber concluido las ediciones finales. Aquí te dejamos la película, subtitulada en castellano, para quien lo desee.