El Parián, el mercado más impresionante del siglo XVII

Foto destacada: Wikipedia  

El Parián fue uno de los mercados más impresionantes de América, que ocupaba dos pisos en toda la plancha del Zócalo.

 

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A menudo se nos olvida que la construcción de la Nueva España también trajo complicaciones para los europeos, como el idioma, los productos o enfrentarse a una vida donde tenían tenía que erradicar o adaptarse a las costumbres. Una de esas complicaciones fueron los mercados prehispánicos, el tianguis e incluso la forma de comercio utilizada antes de que ellos impusieran una.

Antes de la llegada de los españoles, Tenochtitlan, Tlatelolco y Texcoco eran los grandes mercados, aunque también había mercados más pequeños en Mixcoac y Xochimilco. Los españoles que tomaron la ciudad de Tenochtitlan, vieron que el mercado era el centro neurálgico de la economía y decidieron que el centro de la ciudad debería continuar con esa actividad.

 

 

Los españoles llamaban “puestos de indios” al tianguis o mercado donde la comunidad intercambiaba productos artesanales; sin importan si los productos eran nuevas y usados, también solía llamarse “Baratillo”, más tarde se llamó “cajones de ropa” “Alcaicería”, pero finalmente se dominó como Parián porque era el nombre común de los mercados filipinos, otra colonia española en la época.

Aunque les llevó más o menos dos siglos, hacer que El Parián, un mercado impresionante de dos pisos que ocupaba todo el Zócalo, fuera el mercado más grande de América. Fue el mercado que construyó el bullicioso y que se repite por toda la ciudad, pero El Parían, fue el mercado más importante de América hasta el siglo XVIII.

 

 

Se diseñó como un espacio dividido en clases sociales, un edificio cerrado, exclusivo y excluyente con calles internas y muchos locales comerciales. A los comerciantes se les llamaba “parianistas”, y eran la crema y nata de la sociedad mercantil virreinal. A El Parián llegaban los productos de los otros mercados mexicanos, los de Europa, y muchas mercancías de filipinas y todas aquellas que recolectaba e intercambiaba la famosa Nao de la China. Además de todos los comercios regulares de un mercado de la época: ropa, relojes, sedas, calzado, peletería, llaves, arado, parrillas, balas, municiones; además de los productos exóticos que llegaban.

 

 

Antes de 1692, el “Zócalo” era un caos de vendedores ambulantes, mala higiene en las calles e inseguridad. Con la intención de erradicar las malas prácticas, hubo un desalojo donde fueron destruidos muchos establecimientos. Esto generó un motín que terminó con indígenas y mestizos incendiando el Palacio Virreinal. Después del incidente se buscó construir un complejo que pusiera orden y se dio paso al El Parián.

Comenzó a edificarse desde 1693 y poco a poco se fueron agregando secciones hasta 1757 donde se ubicaron a filipinos y chinos que vendían artículos importados. El edificio de dos pisos tuvo 181 puestos y una época de gran prosperidad. Aunque el motín de la Acordada en 1828 marcó el fin del mercado, ya que fue saqueado y en años posteriores comenzó a ser abandonado.

 

 

El Parián ya no tuvo acomodo ni arreglo, así que los vendedores comenzaron a mudarse a las calles circundantes. Antonio López de Santa Anna determinó demoler el Parián en 1843 y con el tiempo y la mano dura de los gobiernos de la época hasta el siglo XX, el edificio fue borrado de la existencia. La demolición del edificio dejó creó un malestar generalizado en la población afectada; pero con el argumento de embellecer la ciudad y mejorar la higiene, e espacio fue expropiado por el gobierno, incluso afectando a muchos españoles de nacimiento y familias acomodadas.

 

 

Hoy en día, solo quedan grabados y pinturas que muestran el exterior de El Parián. Para dejar la memoria de este gran mercado, sobre la plaza se construyeron fuentes, jardineras y tranvías; pero en 1952 se dejó como una plaza cívica con la bandera de México.