La leyenda de Tlahualpuchi, las mujeres vampiros de Tlaxcala

Tlahuelpuchi es una entidad sobrenatural que gusta de beber sangre humana.

 

Tlahuelpuchi, Tlahuelpochi o Tlahuelpochime es un ente sobrenatural que habita en los inhóspitos parajes del altiplano nahua en el estado de Tlaxcala. Aunque es más conocido como Tlahuelpuchi, se dice que una entidad femenina que mezcla la figura de la hechicera y la vampira, con la capacidad de convertirse en vapor y se alimenta de sangre animal pero su preferida es la sangre de los pequeños.​

Hay versiones que afirman que también existen los “tlahuelpuchies” varones con las mismas características, dispuestos a saciar su sed de sangre.  Pero la versión más conocida y contada es la de la vampira tlaxcalteca que sale por las noches de luna llena.

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La leyenda del tlahuelpuchí proviene de una leyenda azteca, donde se afirmaba que son seres con poderes de un nahual, y la capacidad de tomar alguna forma animal o de vapor. Se les asociaba con las luciérnagas que tenían la capacidad de convertirse en fuego o de escupirlo.

Para los aztecas un Tlahuelpuchi no era una entidad maligna y podría ser un hombre, la actual concepción se puede atribuir al mestizaje cultural con el folclore europeo y las creencias judeocristianas.

No obstante, en la década de los 1960, el investigador Hugo Nutini de la Universidad de Arizona realizó la más conocida y amplia investigación respecto al tema de los “Tlahuelpuchies”. Él atribuyó la creencia en los “tlahuelpuchies” en los pueblos indígenas de Tlaxcala como una forma de explicar las muertes infantiles, para él las supuestas muertes atribuidas al Tlahuelpuchi.

Según la leyenda, los “tlahuelpuchies” son mujeres en apariencia normales que han sido víctima de un tipo de maldición o que practican una forma de magia negra, esto les da diferentes poderes como la capacidad de transformarse en animales, especialmente aves.

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También se afirma que tienen un gran control mental y supuestamente esto lo logra mediante vapor. Aunque en México existe aún la creencia de que las brujas rondan por las noches en busca de víctimas, las tlaltepuchis pueden ser mujeres comunes a la vista de todos, a quienes los dioses les han concedido un don que algunas usan de manera maliciosa.

Ellas se enteran de que son portadoras de este don al llegar a la pubertad, cuando tienen su primera menstruación. Ahí es cuando entran en contacto con el potencial de sus poderes, que con el tiempo y la práctica, lograrán desarrollarlos por completo, hasta finalmente dominar la técnica de convertirse en animales.

Hoy en día se puede oír el testimonio de muchas personas que dicen que han visto aquellas luces alejarse y acercarse. Ya que las tlahuelpuchis son territoriales y, a diferencia de las brujas en otro lados del mundo, ellas no conviven ni trabajan en grupos, se reconocen unas a otras aún cuando presenten su forma humana y guardan su distancia respetando el territorio de cada una, pues son sumamente agresivas.

Las tlahuelpuchi no atacan jamás a sus familiares, excepto si el secreto de su existencia es revelado por algún pariente a otras personas. Las tlahuelpuchis pueden usar poderes hipnóticos logrando que los hombres duerman profundamente, o volver su sueño más pesado para evitar que despierten. Para tal propósito, echan su fétido vaho a la cara de los infortunados.

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Cuanto más frío y lluvioso sea el clima, más ganas tienen las tlahuelpuchis de buscar víctimas recién nacidas. Una vez dormidos los bebés, las tlahuelpuchis se convierten en mujeres, chupan al infante y salen presurosas de la casa. Cuando los padres de la criatura se despiertan, se dan cuenta que el pequeño presenta moretones en el pecho, la espalda y el cuello.

A veces, cuando una persona está bajo la hipnosis pierde el juicio y se aventura a caminar sin tener conciencia del lugar por donde transita llegando a cometer un suicidio. Los poderes de las tlahuelpuchis son intransferibles, no se los pueden pasar a ninguna persona ni se heredan. Pero si una de ellas llega a ser asesinada, el asesino será convertido en tlahuelpuchi.

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Se las puede ahuyentar colocando una cajita de agujas, un cuchillo, alfileres, un trozo de metal brillante o unas tijeras abiertas debajo del petate o de la cuna de los niños, pues se sabe que las brujas detestan el metal.

Un espejo cerca de la puerta también ayudaría y una cubeta de agua es un repelente contra su presencia. Sin embargo, los tlaxcaltecas creen que lo más efectivo para alejar a las mujeres-chupadoras es envolver dientes de ajo en una tortilla, la que se coloca sobre el pecho del bebé, o bien, esparcir pedazos de cebolla alrededor de su cuna.

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