Fotos mediateca INAH
El Edificio Acro es una de las joyas olvidadas de la CDMX que preserva más historia de la que conocemos.
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El art decó es uno de los estilos arquitectónicos más queridos, ya que forma parte de las vanguardias y movimientos estéticos del siglo XIX y XX, influenciado por el constructivismo, cubismo, futurismo, el art nouveau y con muchas ramificaciones monumentales que siguen siendo apreciadas hoy en día.
El Art Déco dejó una gran influencia en México; más bien, se construyó mucho a partir de este estilo que logró difundirse en México debido, entre muchas cosas, a que la identidad del mexicano es tan ecléctica, mezclada y al mismo tiempo tan compleja, que fue sencillo adoptar una expresión cultural que provocaba gran asombro en todo el mundo.
El Edificio Ermita, La Nacional y el interior del Palacio de Bellas Artes, son de estilo decó, además del Edificio ACRO, del que hablaremos un poco aquí. La historia del Edificio ACRO se relaciona con la familia del torero Armillita, y que por eso Acro hace referencia a “Armillita corta rabo y orejas”.
También se dice que Acro es sólo la conjunción de las primeras letras de los apellidos de los dueños: Acuña y Rodríguez. Como sea, Acro es un edificio streamline, de los pocos que quedan enteros, catalogado por el INBA y con un anuncio en su azotea.
Streamline se refiere al estilo aerodinámico de las construcciones, como lo tiene el Edificio Acro. Streamline surgió en el contexto histórico de la crisis que se produjo en los Estados Unidos debido a la depresión de finales de la década de 1920 y comienzos de 1930. Con el objetivo de captar interés en los consumidores y compradores, se apeló a un cambio formal del estilo predominante en el área de la arquitectura y el diseño.
Así, que se propuso un cambio formal acorde al nuevo mundo con una influencia más futurista, que glorificaba la velocidad y estaba basado en investigaciones técnico-científicas orientadas a lograr superficies que ofrecieran menor resistencia al avance para aplicaciones ingenieriles.
Se dice que el único arquitecto de ese tiempo, capaz de hacer esto, era Francisco Serrano; quien provenía de una familia considerada importante en la historia en la arquitectura mexicana. De ahí, que Serrano se considera uno de los más afamados arquitectos de nuestra historia moderna, estrenó escuela de arquitectura y formó parte de la generación de jóvenes arquitectos que participaron en el proyecto de la olimpiada cultural en 1968.
Así que fue Francisco J. Serrano (1900-1980) quien diseño el Edificio ACRO siendo fue uno de sus principales proyectos, hasta que surgió el Pasaje Polanco y El Plaza Condesa. En sus primeras obras, puso en práctica el estilo colonial californiano, y después construir bajo la tendencia streamline del Art-Deco, siendo su máxima expresión el Edificio Basurto.
Aunque, a diferencia del Edificio Basurto, el Acro es uno de los pocos que se mantiene sin grandes cambios en la estructura. Este edificio de 18 m con planta baja, 5 pisos y una terraza en la que se encuentra una pérgola de concreto. Además de una entrada abocinada que enmarca el acceso al inmueble que está hecha de piedra. Otra de sus peculiaridades al interior es la bella escalera resuelta en medio círculo.
Los espacios fueron diseñados para cubrir las necesidades básicas del ser humano como lo son descansar, alimentarse y resguardarse. El edificio ACRO aún funciona como vivienda y en los últimos años se ha visto afectado por nuevas construcciones en la zona.
Una de las características que dotaba de modernidad al inmueble era que, en la planta baja exterior, contaba con estacionamiento para carros y locales comerciales. Dos años después de su apertura, en uno de ellos se inauguró una tortillería llamada Biarritz, que continúa abierta hasta nuestros días. Se dice que entre los habitantes más destacados del edificio estuvo el escritor Juan Rulfo, autor de la novela Pedro Páramo.
Edificio ACRO
Dónde: Av. Insurgentes Sur #470, Roma Sur, Cuauhtémoc, Ciudad de México.
Residencia privada