El pasado negro de la selección mexicana.
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Hace más de tres décadas un amargo episodio quedó tatuado en la historia del balompié nacional. Un incidente vergonzoso al que la prensa llamó “El encádalo de los cachirules” y fue tan grave que para sancionar a los involucrados, la FIFA le prohibió a la Federación Mexicana de Futbol participar durante dos años en todas las competiciones oficiales. Corría 1988, Carlos Salinas llegaba a la presidencia tras unas elecciones cuestionadas, la CDMX apenas se reconstruía del temblor del 19 de septiembre y las personas se informaban en 24 horas. Por otro lado, debido a los buenos resultados en algunas eliminatorias y a las poderosas piernas de Hugo Sánchez, los mexicanos tenían una esperanza inédita en el equipo nacional, era la primera vez que se sentían orgullosos. Sin embargo, para tragedia de todos los incrédulos, ese mismo año un escándalo de proporciones épicas apareció en el horizonte cuando se reveló que la selección sub-20 había alineado a por lo menos cuatro jugadores que pasaban la edad reglamentaria mientras la selección competía para llegar a la Copa Mundial de 1989. La verdad salió a la luz gracias a que Antonio Moreno; un periodista deImevisión (hoy Televisión Azteca), descubrió que en un anuario oficial, hecho por la FMF en 1988, había una discrepancia entre las edades publicadas en dicho diario y las presentadas ante la CONCAF para enviar a los atletas menores de 19 años a unas eliminatorias en Guatemala. Según los cálculos de Moreno, la escuadra mexicana estaba integrada por chicos de hasta 22 años que incluso habían presentado un Acta de Nacimiento incorrecta. Este impresionante hallazgo periodístico se publicó en Ovaciones en forma anónima. Unos meses después, en cuanto la noticia se hizo pública (y para hacer gala de la tradicional impunidad que hay en este país), el entonces presidente de la Federación Mexicana, Rafael del Castillo Ruíz minimizó la situación y se dedicó a agredir verbalmente a los involucrados en el artículo. Para respaldar a su colega, José Ramón Fernández hizo una dramática editorial en su programa Los Protagonistas. Entonces el tema estalló y llegó hasta las esferas más altas de la FIFA, que inmediatamente castigó severamente a todo el fútbol profesional de nuestro país. Quizá lo más duro fue la exclusión de México en el mundial que se iba a celebrar en Italia en 1990. Las consecuencias de este desfachatado acto de corrupción fueron terribles: un parón de ocho años en el desarrollo del balompié del país y el final de cuatro talentosos jóvenes que apenas iniciaban su carrera y que fueron parte de la farsa. Alguna vez uno de ellos dijo: “Mi único crimen fue querer jugar.” Pero además de lo anterior, la mentira dejó sobre todo una serie de dudas que jamás tendrán una respuesta: ¿Qué habría pasado si México participaba en el mundial de 1990? ¿habríamos llegado al quinto partido? ¿Hugo Sánchez se habría convertido en leyenda mundial? ¿seríamos mejores de lo que somos ahora? Por tramposos, nunca sabremos nada.