Sonideros: del barrio marginado a Patrimonio de Cultura de la CDMX

Foto: Gráfica sonidera

Los sonideros forman parte de la identidad de todos los barrios de la CDMX, con más de 70 años de existencia.

 

. . .

 

Desde 2020, la CDMX cuenta con un decreto de Ley de Patrimonio Cultural, Natural y Biocultural de la Ciudad de México; que tiene como uno de sus objetivos llevar a cabo el registro, preservación, protección, conservación, revalorización, investigación, difusión y enriquecimiento del Patrimonio Cultural de la CDMX.

Con esto en mente, los sonideros a través de diversos gestores musicales, han puesto sobre la mesa, la necesidad de reconocer la importancia social de esta práctica cultural que busca su consideración como Patrimonio Cultural Inmaterial del país.

 

 

Y es que el surgimiento de los sonideros tiene más de siete décadas en la Ciudad de México, aunque sus inicios fueron prácticas culturales marginales, con el propósito de amenizar fiestas y reconocer a personajes del barrio con los tradicionales saludos… hoy en día, son un fenómeno cultural impresionante.

Así que reconocer la importancia del oficio musical, la gran cantidad y equipo de sonido, así como el transporte, aforo y la estética de estas manifestaciones que son toda una tradición de barrio es una gran petición.

 

 

 

Asimismo, se busca regular la actividad, ya que los sonideros no están contemplados en el Reglamento para los trabajadores no asalariados de la ciudad ni en la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, así que por ahora será difícil trabajar en la promulgación de esta práctica como Patrimonio Cultural Inmaterial del país.

Los sonideros nacieron en los años 40 y que se popularizaron en muchas de las actuales alcaldías. Algunos han perdurado durante largo tiempo, como los sonidos Patrick Miller, Polymarchs, Winners, y La Changa. Otros representantes de la cultura urbana son: Sonido Siboney, Sonido Amistad Caracas, Sonido Berraco, Sonido Súper Dengue y Sonido Marisol, por mencionar solo unos cuantos.

 

 

Fomentar esta identidad y tradición como patrimonio material, inmaterial, plausible e intangible, es necesario, ya que la legislación actual no incluye a los sonideros ni a su actividad, a pesar de ser una actividad con más de 70 años en los diversos barrios de la CDMX.

No obstante, el impacto cultural de los sonideros no tiene comparación con ningún otro movimiento social, además deja una derrama económica considerable, provee de arraigo identitario, impulsa la creación de clubes de baile y preserva una cultura musical que ha trascendido varias generaciones.

 

 

Además, se ha descubierto que este tipo de música suele ser una herramienta para reconciliar los problemas barriales. Asimismo, es un movimiento que ha luchado por un derecho en la ciudad y por la democratización del espacio público.

Asimismo, porque la estética y memorabilia de todos los sonideros es un signo de la identidad de los barrios marginales de la CDMX. Eso también ayuda a la memoria colectiva, a la resignificación del espacio común y la apropiación de la comunidad. Por ahora, la Iniciativa continúa en análisis y dictamen a la Comisión de Derechos Culturales.