EL cobertor de tigre es un símbolo de identidad popular.
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Los cobertores San Marcos son una maravilla para combatir el frío invernal, y muchos de nosotros contamos con una o varias de las famosas “cobijas del tigre”, que son el cariño de muchos hogares mexicanos y se han convertido en todo un fenómeno cultural.
Existen cobijas con estampados de leones, tigres, lobos, águilas, venados y hasta escenas de guerreros aztecas; pero la más popular es la del tigre en sus varios diseños y variedad de colores.
En los 80 y 90 del siglo pasado, todo el mundo tenía un cobertor San Marcos, debido a que son resistentes, pesan poco y son una belleza popular. El origen de los cobertores se encuentra en Aguascalientes quien, a mediados de los setenta, fue una obra de Jesús Rivera Franco, quien descubrió el tejido sintético en un viaje a España. Las llamó San Marcos en honor a su barrio en Aguascalientes. De hecho, el logotipo de la marca es la puerta del Jardín de San Marcos, uno de los lugares emblemáticos de la ciudad.
Las ventas de la empresa de Rivera Franco fueron muy buenas durante los primeros años, pero a principios de los noventa, los materiales más ligeros y modelos más económicos llegados de Asia, golpearon las ganancias de la empresa. En 1993, Rivera Franco vendió Grupo Textil San Marcos a la empresa de Monterrey Cydsa, que se deshizo de la planta de Aguascalientes en 2004, fecha en la que se fabricaron los últimos cobertores originales.
La fama de las cobijas San Marcos se extendió tanto, que otros lugares aprovecharon para fabricar otras similares, ya que una manta con un tigre estampado se acabó convirtiendo en garantía de un buen producto contra el frío.
El negocio familiar comenzó como fábrica de sombreros, la cual se instaló en Aguascalientes, pero años después tuvieron que regresarla a Jalisco debido a que no encontraron la mano de obra que requerían. Pero Rivera Franco, a los 15 años, decidió quedarse para aprender a tejer sarapes y así entrar a trabajar en una fábrica.
Años después, trabajó en otra fábrica en San Luis Potosí hasta que decidió renunciar a la posibilidad de obtener una plaza sindical. Regresó a Aguascalientes, pero ahora con la mira puesta en emprender su propio negocio textil.
En los años 50 instaló un taller y, en poco tiempo, el negocio creció hasta que, a finales de los años 80, llegó a tener una decena de plantas industriales en las que trabajaban alrededor de 4,000 personas. Con el tiempo, Rivera Franco también se dedicó a hacer negocios en las bienes raíces, y en 1992 vendió Grupo Textil San Marcos al consorcio regiomontano Celulosa y Derivados (Cydsa), el cual tenía divisiones industriales dedicadas a los hilos acrílicos, fertilizantes y productos químicos.
Con esa adquisición, Cydsa se convirtió en el mayor consorcio manufacturero de productos de acrílico en el País, mientras que la familia de Rivera Franco creó otra empresa que más tarde tuvo problemas legales y financieros.
Pero las fibras costosas, el proceso de hilatura y confección se volvió muy costoso para sostener la compañía, y los precios de las cobijas chinas no hacían competitivos a la empresa. Así que como con muchas otras cosas más, los productos asiáticos acabaron con la tradición, la popularidad de los cobertores, muy a pesar de la enorme popularidad que existe entre el público joven.
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