Excavación en la Cueva de la Paloma permitió encontrar piezas con 9 mil años de antigüedad

Foto destacada: Inah.gob

Esta excavación arqueológica en la Cueva de la Paloma permitió recuperar materiales cerámicos, restos botánicos y huesos de animales.

 

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A pesar de los años, La Cueva de la Paloma, en el Valle de Oaxaca, preservó evidencias de la ocupación y uso temporal de los grupos de cazadores-recolectores, de hace más de 9,000 años.

Los descubrimientos son resultado del proyecto arqueológico Paisaje, Arte Rupestre y Ocupación en las Cuevas Prehistóricas del Valle de Oaxaca (PAROCVO), implementado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

 

 

Los integrantes de la iniciativa de investigación, Carlos Viramontes Anzures, Jesús Eduardo Medina Villalobos y Claudia Jael Jiménez Mu, dieron a conocer que, como parte de su segunda temporada de campo, en 2022, se realizó una excavación en esta cueva, de 40 metros de ancho por 20 de profundidad y que en ciertas zonas alcanza una altura máxima de 6 metros.

Aun cuando se trata de uno de los sitios del Valle de Tlacolula, localizado en el área declarada como Patrimonio Mundial, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y las Cultura, refieren que no había sido explorado de forma exhaustiva para comprobar, entre otros aspectos, si tuvo ocupación humana en el periodo Precerámico (11000-2000 a.C.).

 

 

La Cueva de la Paloma es parte del Área Destinada Voluntariamente a la Conservación El Fuerte, dentro del ejido Unión Zapata; los arqueólogos advierten su proximidad con Guilá Naquitz (a 350 metros), un abrigo rocoso donde, en la década de 1960, se hallaron restos de bule y calabaza de 10,000 años, considerados las evidencias de plantas domesticadas con mayor antigüedad descubiertas en América, hasta el momento.

Explicaron que el piso de la cámara de la Cueva de la Paloma mostraba un buen estado de conservación y sobre el mismo se advertían fragmentos de recipientes cerámicos e instrumentos de molienda, además de un fogón. La exploración inició con dos pozos de sondeo en la parte central del lugar y, ante la evidencia hallada, la excavación se amplió a 54 metros cuadrados.

 

 

A través de la estratigrafía, identificación, descripción y secuencia de las rocas, permitió detectar cuatro capas contemporáneas de ocupación y cuatro más antiguas. Las dataciones realizadas por las investigadoras del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, arrojaron un rango que va de los años 1276 a 1390 d.C., para las capas que corresponden al Posclásico Tardío; mientras que las muestras de los estratos precerámicos comprenden de 7516 a 2455 a.C.

Así pues, estos registros permiten afirmar que la Cueva de la Paloma presenta ocupaciones asociadas con grupos de cazadores-recolectores. Más de 3,500 años después, el sitio fue ocupado por grupos zapotecos para depositar ofrendas, como lo demuestran un par de vasijas miniatura y un cántaro cubierto por un cajete, a modo de urna, encontrados in situ.

 

 

Asimismo, fueron hallados materiales precerámicos y desechos de talla, que indican que el trabajo dentro de la cueva estaba enfocado a contar con herramientas básicas, como herramientas elaboradas en hueso, restos de ave y tortuga con huellas de exposición al fuego.

También fueron recuperados y analizados algunos restos de polen de 40 especies, como yuca, guayaba, chile, quelite y epazote, en su mayoría plantas silvestres que se cree, fue parte de la dieta de estos grupos, aun cuando ya tenían conocimiento de algunas especies domesticadas.